viernes, 24 de julio de 2009

Juanelo Turriano: El ingenio mal pagado

1585. El cálido abrazo de junio rodeaba aquella modesta vivienda toledana. Dentro, la anciana mirada de uno de los hombres más brillantes de su época se apagaba ante su mujer y su hija, únicos rescoldos de fortuna en la más injusta de las ruinas. Allí, a más de 84 años y 1600 kilómetros de distancia de su Cremona natal, a las puertas de la gloria y en el pozo de la miseria moría Ianeullus Turrianis, Giovanni Torriani, Juanelo Turriano, uno de los ingenios más insignes y peor pagados del Siglo de Oro español.

Aprendiendo a deslumbrar

El protagonista de este artículo nació en 1501 en las proximidades de Cremona, en la próspera Lombardía italiana, cuna de genios renacentistas como los matemáticos Cardano y Tartaglia. De formación más práctica que académica, Torriani aprendió a construir y reparar instrumentos mecánicos en el taller de su padre, pericia que incrementó posteriormente en un taller relojero de Cremona y, tiempo más tarde, en Milán, donde deviene maestro relojero y mecánico.
En esta etapa de juventud, nuestro protagonista ya comienza a llamar la atención con la fabricación de artefactos como una grúa para elevar pesados cañones de bronce, una dragadora para la laguna veneciana o unas bombas de agua perfeccionadas. Mas no sólo su talento marcaría su futuro, sino también la guerra, dado que la victoria española en Pavía (1525) puso la región lombarda en manos del que sería el gran benefactor y amigo de “Gianello”: el monarca Carlos I.

Relojes para un emperador
Tras conocer al habilidoso italiano en la ceremonia de coronación imperial en Bolonia (1530), el emperador se llevó a Torriani consigo a España, donde le encomendó la Relojería de la Corte. De esta forma, “nacía” Juanelo Turriano y la leyenda de su prodigiosa habilidad mecánica.
La afición del rey español por los relojes fue el trampolín a la fama de Turriano, merced a la restauración del famoso y complejísimo "Astrarium", reloj astronómico construido por Giovanni De Dondi, y la construcción del celebérrimo "Cristalino", maravilla relojera fabricada para Carlos I y que con sus 1.500 piezas señalaba los días, las horas y los movimientos de los planetas conocidos. Su habilidad como relojero era tal que, al morir Turriano, hubo quien quiso conocer el secreto del preciso reloj que había asombrado a Europa y lo desmontaron: Nadie consiguió volver a montar correctamente el Cristalino.
Tras permanecer lealmente junto a su excelso admirador en su postrer retiro en Yuste, Juanelo estaba a punto de vivir la etapa que le llevaría a la gloria…y a la ruina: Entraba en escena Felipe II, el prudente monarca de colosales proyectos.

Obras son amores
Pese a tener con el nuevo rey una relación más fría que la que tuvo con su antecesor, Turriano siguió estrechamente ligado a la corona y a la Corte, ya estuviera ésta en Madrid o Toledo. Felipe II, megalómano constructor y avispado gobernante, supo reconocer la valía del genio italoespañol y, amén de nombrarle Matemático Mayor del reino, le pidió asesoramiento para varias de sus titánicas cuitas.
De esta forma, bajo el manto del Rey Prudente, Juanelo estará involucrado en obras tales como la Acequia Real del Jarama, la acequia de Colmenar de Oreja (Madrid) y la presa de Tibi (Alicante). Mas no sólo de pan hidráulico vivió el hombre, sino de toda palabra salida de la boca de Felipe II y, como no podía ser de otra manera, Turriano será partícipe del gran legado monumental del monarca, el Monasterio del Escorial, brindando sus acertados consejos para el reloj de una torre y las campanas de la basílica.
Igualmente, en estos años, el otrora Torriani formó parte de la elite científica que asesoró al papa Gregorio XIII para su conocida reforma del calendario. Para ello, nuestro brillante sabio e ingeniero escribió Breve discurso en torno a la reducción del año y la forma del calendario, elaboró tablas para calcular exactamente las fechas así como otros instrumentos que facilitaran el cambio al nuevo cómputo cronológico; esfuerzos que resultaron baldíos puesto que finalmente no fueron tenidos en cuenta.
A pesar de estos sinsabores, es en esta etapa cuando Turriano asombró al mundo con una de las construcciones más asombrosas de la época y que, no en vano, recibió el nombre de “Artificio de Juanelo”.

El agua: un problema toledano
La compleja tarea de llevar agua a Toledo no era nueva puesto que ya los antiguos romanos se las tuvieron que ingeniar para abastecer del líquido elemento a su Toletum. Con el transcurso de los siglos, la solución romana dio paso a otra más “made in Spain”, basada en esforzados “azacanes” y pozos poco salubres. Vista la involución, en el siglo XVI los próceres toledanos decidieron tomar cartas en el asunto, pero ninguna de sus soluciones dio resultado:
  • El bombeo germano: A petición del marqués de Zenete, en 1526 unos ingenieros alemanes instalaron un sistema de bombeo para llevar el agua hasta el alcázar, pero se reventó por la presión aplicada.
  • El molino flamenco: En 1562 los ingenieros flamencos Juan de Coten y Jorge Ulrique, a instancias del marqués de Falces, emplearon sin éxito tras 865 días un molino que, aprovechando la corriente del Tajo, debía propiciar el movimiento de las bombas hidráulicas.
  • La maqueta francesa: Siguiendo la estela de fracasos, el ingeniero francés Louis de Foix pergeñó una maqueta que sólo se quedo en eso: un mero esbozo.
Malogros que no debían sorprender a nadie puesto que ni siquiera el famoso arquitecto Brunelleschi, en el siglo XV, consiguió solventar el problema de abastecimiento que suponía el desnivel de cien metros entre el río y el palacio. Sin embargo, la solución no había que buscarla muy lejos, pues estaba en casa.
Un ingenio al rescate
Con el agua al cuello pero no en el alcázar, los toledanos, encabezados por el marqués de Vasto, centraron sus esperanzas en quien desde 1534 era una presencia habitual en la ciudad: Juanelo Turriano. De esta forma, con cerca de 65 años y tras estudiar detenidamente el asunto, el portento italoespañol firmó en 1565 un contrato con representantes de la Corona y de Toledo en el que se comprometía a construir un ingenio que llevara hasta el palacio un caudal continuo de 12.400 litros diarios de agua fluvial. El 23 de febrero de 1569, el conocido como “Artificio de Juanelo” estaba ya funcionando.
  • ¿Qué era? Controversias aparte, el “Ingenio de Toledo”, situado cerca del puente de Alcántara, usaba la energía hidráulica del Tajo para activar un descomunal sistema de “cucharas” de madera engranadas de modo que el agua pasaba de unas a otras a distintas alturas.
  • ¿Cómo era? El colosal artefacto de madera estaba compuesto por 1 presa y 2 ruedas motrices a pie de río, 6 estaciones intermedias y 192 cangilones agrupados en 24 “torrecillas” . Para construirlo, se utilizaron más de 200 carros de madera y 500 quintales de metal.
  • ¿Qué hacía? Elevaba un caudal de 11,8 litros por minuto sobre un desnivel de 100 metros y un recorrido horizontal de 300 con una pendiente media del 33%.
  • Éxito. Juanelo no sólo cumplió todo lo acordado en el contrato sino que incluso su “Artificio” abastecía al alcázar con cerca de 18.000 litros diarios , cantidad muy superior a la contratada. Tan rotundo fue su éxito que otros oportunistas competidores ofrecieron a Toledo unos proyectos hidráulicos aún más portentosos, desechados por su nula viabilidad.
Si bien esta asombrosa obra de ingeniería hidráulica supuso el pasaporte a la gloria para Turriano, también constituyó su descenso a la ruina. Y todo por la dichosa letra pequeña de un avieso contrato.

Aquí no paga nadie
El “Artificio de Juanelo” abastecía profusamente de agua al alcázar toledano. Turriano había cumplido lo pactado. Fue el único. El Ayuntamiento de Toledo se negó a pagar puesto que no percibía ni un solo litro de agua. Razón no le faltaba: el alcázar era propiedad del ejército real y éste ni repartía el agua ni pagaba al prodigioso ingeniero, amparándose en el hecho de que no había firmado contrato alguno con él. De esta forma, fue Juanelo quien durante seis años costeó el mantenimiento de su artificio, algo tan sumamente caro que no tardó en arruinarse.
Consciente de esta desagradable situación, Felipe II intentó remediar el entuerto sufragando la construcción de una segunda máquina que llevara agua a terreno municipal, asunto que quedó concretado en abril de 1576 en un hábil acuerdo que apuntilló definitivamente la economía y salud de Juanelo Turriano. No en vano, el monarca, que no daba puntada sin hilo, se quedaría con el agua del primer artificio y pagaría el segundo, cuya explotación comercial quedaría en manos de Turriano y sus herederos, con derecho a vender el agua a la ciudad. Un auténtico chollo si no fuera por cierta cláusula incluida personalmente por Felipe II, según la cual el rey se quedaría con el agua del segundo ingenio “si yo hubiese menester poder tomarla”.

Segundas partes…
En 1581, el segundo ingenio comenzó a funcionar perfectamente adosado al primero, pudiendo elevar más de 500 cargas de agua al día. Pero sucedió que el artificio inicial no reportaba tanta agua por su progresivo deterioro, así que el monarca hizo efectiva la salvedad escrita en el contrato y se apropió del abastecimiento del nuevo ingenio de forma que Juanelo se quedó sin agua que vender y Toledo sin agua que distribuir.
De esta manera, Turriano, arruinado por las deudas derivadas de la puesta en marcha de sus dos artificios, sellaba su viaje sin retorno a la miseria. Una pobreza de la que no le salvaron ni sus continuas y desatendidas peticiones de auxilio a Felipe II ni la desesperada venta al monarca del segundo ingenio en 1584.
El portentoso ingeniero acabaría sus días un año más tarde, sumido en una delicadísima situación e incluso acusado por la Inquisición, siendo enterrado discretamente en la iglesia del Monasterio del Carmen. Un aciago destino compartido por sus colosales máquinas que, tras pasar por varias manos y actos de pillaje, fueron desmontadas definitivamente: la primera a mediados del siglo XVII y la segunda en el siglo XVIII.
Pese a su desdichado final, los literatos y los toledanos se encargaron de convertir a este cremonés en una verdadera leyenda del Toledo y la España del Siglo de Oro.

La leyenda de Juanelo

En primera instancia, se podría decir que la contribución de Turriano a la literatura se reduce a los Veintiún libros de ingenios y máquinas, un verdadero tratado tecnológico del siglo XVI que ni siquiera vio la luz en su día al ser considerado secreto.
Sin embargo, fueron los grandes literatos del Siglo de Oro quienes dieron lustre inmortal al ingenioso italoespañol. De ahí que podamos encontrar el eco de Juanelo en las palabras de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Góngora o Luis Quiñones de Benavente. Tal fue la fama de Juanelo, que el peculiar diplomático inglés Sir Kenelm Digby dijo, a propósito de sus artificios, que eran una prueba definitiva de
la existencia de Dios.
Más extraña aún si cabe es la leyenda del “hombre de palo” supuestamente construido por Turriano y que ha trascendido hasta la actualidad. Lo único seguro a ciencia cierta es que, fuera lo que fuera, era de madera. A partir de ahí, las conjeturas: una estatua ornamental, un muñeco con hucha para donativos, un autómata que limosneaba para su anciano amo o que celebraba talega y escudo en ristre la breve conversión de Inglaterra al catolicismo, una prótesis utilizada por el anciano Juanelo para subir escaleras y cuestas…Pese a todo, lo más probable es que el “hombre de palo” no fuera otra cosa que el propio y célebre artificio, que a no pocas personas, como al citado Digby, les recordaba una figura humana. Tan es así que para orientar a los forasteros que visitaban la famosa maquinaria, se colocó un letrero que rezaba:”Al hombre de palo” en la calle de las Asaderías, hoy llamada “Calle del hombre de palo”.

Sea como fuere, cualquier motivo es bueno para recordar a uno de los ingenieros y tecnólogos con más talento y fama y peor reconocimiento de nuestra historia: Juanelo Turriano.

1 comentario:

Javi Crespo dijo...

PARA AMPLIAR INFORMACIÓN:

*Internet:

1.http://es.wikipedia.org/wiki/Juanelo_Turriano

2.http://www.juaneloturriano.com/admin/archivo/docdow.php?id=18

3.http://centros5.pntic.mec.es/ies.juanelo.turriano/ELARTIF.htm

4.http://juanelo.fortunecity.es/introhistorica.htm

5.http://loresg1994.blogspot.com/2008/03/fotos-de-artilujios-tecnologicos.html

6.http://www.alpoma.net/tecob/?p=298

7.http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=b6c728ee-f2c5-4fed-a8a9-28ef5df7c547

8.http://www.ingegraf.es/pdf/titulos/COMUNICACIONES%20ACEPTADAS/RV7.pdf

9.http://www.leyendasdetoledo.com/index.php?option=com_content&task=view&id=83&Itemid=83


* Fuentes de las imágenes:

1.Busto de Juanelo: Fundación Juanelo Turriano. http://www.juaneloturriano.com/admin/archivo/docdow.php?id=18

2.Plano del artificio: http://www.leyendasdetoledo.com/index.php?option=com_content&task=view&id=83&Itemid=83

3.Detalle del artificio: http://loresg1994.blogspot.com/2008/03/fotos-de-artilujios-tecnologicos.html

4.Autómata de madera: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=b6c728ee-f2c5-4fed-a8a9-28ef5df7c547