La crisis política de Honduras dura ya más de un mes y su final es incierto. Es, sin duda, el serial informativo del verano y carne de demagogia y exhibición de analistas políticos. Por suerte o por desgracia, yo no soy ni "demabobo" ni analista profesional de la "res publica". Así que simplemente me limitaré a dar mi opinión en breves puntos.
- El fulano del sombrero vaquero. Vamos a ver, ¿cómo se puede pedir tomar en serio a un tipo que no se quita el sombrero vaquero nunca (o eso parece)? Es como si un extra de un western de bajo presupuesto o el villano de una telenovela de aquellos lares se hubiera metido a hacer política. ¡Por favor, un poco de seriedad! Y me da lo mismo, y no es el caso, si el espécimen en cuestión es el mejor político desde Pericles, porque no. Aunque fuera Churchill tocado con un sombrero de Carmen Miranda, Manuel Zelaya es un personaje tan ridículo en su aspecto y actos públicos que en el mejor de los casos se merece la hilaridad, pero nunca, jamás, bajo ningún concepto, el respeto.
- La democracia en Latinoamérica. Ya dije en otro artículo que, para mí, Latinoamérica es el lugar donde van las democracias al morir. Salvo contadísimas excepciones, esa región del globo es un constante homenaje al valleinclanesco "Tirano Banderas". Allí existe la curiosa tradición de escoger a un cretino con pinta de souvenir o un dictadorzuelo populista y nombrarle presidente. Las naciones allí sitas parecen competir por ver quién tiene al mandatario más estrambótico, delirante, estrafalario, corrupto o indeseable y así les luce el pelo. Por ese motivo, no me da ninguna pena cuanto ocurra ora a los electos, ora a los electores, porque se lo han ganado a pulso. Si Honduras se baña en el ridículo internacional, se sumerge en una crisis política o se ahoga en un conflicto civil, la lástima sólo me dura un segundo.
- Golpe sí, golpe no...golpe la madre que nos alumbró. No son pocas las voces que, con escrupulosa razón, desautorizan el mandato interino de Roberto Micheletti por nacer de un golpe de Estado y no de las urnas. Nota histórica para los "demabobos" que se rasgan las vestiduras y se la cogen con papel de fumar: Hitler fue elegido por sufragio electoral. Dicho esto, yo tengo que reconocer que, cuando la democracia falla bien en su base (la población), bien en la cúspide (los dirigentes), cualquier remedio me parece bueno para expulsar o sustituir a quien, objetivamente, lleva un país y sus habitantes a un desastre político, económico, social o bélico. El retiro inapelable, el exilio forzoso o la cárcel a perpetuidad me parecen destinos idóneos para bazofia como Fidel Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega, Silvio Berlusconi o cierto leonés que yo me sé...En la historia universal de la política hay nombres, a derecha e izquierda, que hacen a uno lamentarse profundamente de que sus señoras madres no decidieran abortar.
En fin, en lo que a mí respecta, Latinoamérica en general y Honduras en particular pueden seguir todo el tiempo que quieran autodesprestigiándose con su secular, kitsch y hortera espectáculo de varietés políticas. Peor no pueden hacerlo. Así que...
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