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Me pregunto si vieron los polvorientos mares de minutos perdidos en nocturnas reflexiones silenciosas, el gigantesco jardín argénteo de sentimientos embotellados lanzados al océano de la noche, el gris cementerio de secretos confiados a las estrellas, las aventureras huellas de Münchhausen, el balazo de Verne, la tuerta mirada de Méliès, la mujer de Lang, los decorados de los conspiranoicos, los claros de Beethoven y Debussy, la tumba vacía de Selene, las pisadas de Tintín, la plateada filmoteca de escenas nocturnas y alevosas, la biblioteca de serie B en el lado oscuro, las ruinas de poemas y canciones que murieron antes de nacer geniales, los monumentos de íntimas promesas pretéritas, el paraíso de varadas ensoñaciones infantiles de otras vidas y mundos distintos y quizás mejores...
Sí, ciertamente, habría dado lo que fuera por estar allí.
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