domingo, 25 de enero de 2009

Mi nombre es...esperanza

Es una de las más firmes candidatas a llenar titulares la noche de los Óscar, es una historia que merece la pena contar y es una película impecable: Mi nombre es Harvey Milk. He de reconocer que anoche, antes de que empezara el film, tenía más prejuicios en su contra que expectativas a favor, puesto que me esperaba una película panfletaria, sesgada y maniquea. A la salida del cine, estaba plenamente convencido de haber visto una película valiente, interesante, honesta, creíble, vibrante y con tantas virtudes que sólo puedo decir que todos los premios que se lleve (incluidas las célebres estatuillas doradas) los tendrá más que merecidos. Gus Van Sant dirige con talento y tino una película a medio camino entre el biopic y el documental interpretada por un reparto en el que hasta los figurantes bordan sus apariciones a la sombra de un inconmensurable Sean Penn, que regala todo un soberbio recital interpretativo (y van...). La vida de este tenaz y carismático activista y político gay, abanderado de las minorías en los convulsos EEUU de los '70 y paladín de los derechos de l@s homosexuales, trasciende el mero ámbito sexual, histórico, geográfico y cinematográfico porque Harvey Milk, al igual que tantos malogrados prohombres que han escrito con sangre el final de su existencia, no es sino un mártir de la esperanza, que, como bien claro deja la estupenda película, fue el motor de su incansable lucha e imperecedera ilusión.

En mi opinión, la película deja al espectador tres interesantes reflexiones:

  1. La única minoría deseable en una sociedad es la de quienes no respetan las diferencias. Todo el mundo tiene el derecho (y me atrevería incluso a decir que el deber) de ser diferente. Los seres humanos nos hacemos grandes en la diversidad y justos en el respeto al otro. Cada vez que alguien ha querido olvidar eso, la Humanidad ha dado un paso atrás.
  2. La lucha por la Libertad y el respeto a los Derechos Humanos no es tarea de los agraviados sino de todos los que tienen voluntad de hacerlo, porque si la injusticia no hace distinción, tampoco la deben hacer quienes quieran combatirla. Y, para ello, no hace falta poseer riqueza, poder, prestigio o medios. Sólo se necesita una cosa: Querer, de corazón. Porque la pugna contra la privación de Derechos Humanos y la coacción de la libertad no es una disputa para ganar o perder, sino para luchar, luchar y luchar, porque sólo luchando estamos haciendo lo correcto.
  3. En la película, Harvey Milk incide con cierta frecuencia en la necesidad de dar esperanza a los demás por un motivo que también se resume en una frase pronunciada por el genial Sean Penn en una escena: "Una persona pueda perfectamente vivir sin esperanza. Pero vivir sin esperanza no tiene ningún sentido". Y éste es, a mi entender, el gran mensaje de la película: nadie puede consentir que algo o alguien nos prive de aquello que nos da aliento y motivo para querer vivir y disfrutar de lo que la vida nos depare; nada ni nadie puede obligarnos a desprendernos de nuestras ilusiones y proyectos; que sólo nosotros podemos decidir qué hacer con nuestros sueños; que garantizando la esperanza estamos garantizando un derecho tan importante como el de la vida: el derecho a sentirse vivo.
Harvey Milk murió tiroteado. Sus logros quedaron para la posteridad. Su lucha por la libertad y los Derechos Humanos, por no extinguir la esperanza, sea cual sea, continúa...en ti, en mí, en tod@s.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo proximo ir al dia del orgullo?!!! Pero Javi como una peli inspirada en un marica te puede parecer tan buena, lo proximo sera Cerolo en la gran pantalla... Bueno, yo me fio de tu opinión, que seguro que esta bien la peli