jueves, 2 de octubre de 2008

Escoria benéfica

A veces la realidad se empeña en complicarse la vida léxicamente y en lugar de utilizar una sola palabra, "escoria", prefiere utilizar once (España golpea una red de pedofilia con 18.000 usuarios en Internet o Detenidas 121 personas en la mayor operación contra la pornografía infantil). Repugnante, sobrecogedor, abyecto, vil, ruin, vomitivo...muchos son los adjetivos con los que glosar el penúltimo capítulo de la historia de la InHumanidad. Una historia que nos sirven en crecientes y persistentes dosis en los medios de comunicación de tal forma que nos han insensibilizado ante el dolor, la tragedia o la bestialidad con denominación de origen humana; lo cual es otro desastre de nuestra sociedad y tiempo, pero hoy no me detendré mucho en ello. Baste decir que cuando ves la primera película gore de tu vida, sientes pánico, náuseas, etc.; cuando ves la película gore número 326, te duermes. Eso es justamente lo que está consiguiendo la repercusión mediática del lado tenebroso del ser humano. Por poner un ejemplo, imagínense al típico busto parlante con sonrisa sin mácula que, después de dar la noticia arriba citada, continúa con rostro impasible diciendo "Y pasamos de una tragedia a otra, porque el Fútbol Club Quintanilla del Jaramuco ha perdido su derbi". Pues eso. Hemos asimilado el horror y sedado nuestra capacidad de reacción. Algo falla.

Mas, como digo, no quiero centrarme en esa polémica, sino en los protagonistas de la nauseabunda noticia con la que abro el artículo. Estas criaturas (me niego a citarles con cualquier término que implique humanidad) aficionadas a zumbar, manosear y/o violar a bebés, niños e infantes me suscitan mayor asco y furia incluso que los seres que sustituyen a los bisoños imberbes por mujeres, ancianos o animales como diana de sus repulsivos placeres. Un incremento de mi furibunda repulsión directamente proporcional a la inocencia e indefensión de las víctimas. ¿Qué hacemos con estos congéneres empeñados en socavar aún más la supuesta superioridad emocional e intelectual del ser humano? ¿Qué hacemos con esa basura que insiste en cometer aberraciones que ni siquiera vemos en los denostados animales? ¿Qué hacemos sabiendo que buena parte de esos monstruos jamás pondrá un pie en chirona? Aparentemente, hay tres opciones:


  1. Que vayan a la cárcel sí o sí: Quien esto escribe es un firme partidario del cumplimiento íntegro de penas y de la instauración de la cadena perpetua. Si a eso le añaden que creo tanto en la cárcel como vehículo de reinserción social como en la posibilidad de que mi colonia baste para seducir perdidamente a Charlize Theron, creo que tienen un buen esbozo de qué es la cárcel para mí. Dicho esto, hay quien, con demasiada benevolencia, propugna que los responsables de estas atrocidades, una vez que ingresen milagrosamente en prisión, sean víctimas de la famosa "recogida de la pastilla de jabón", labor recolectora que ha proporcionado infinidad de historias que pasarán a los anales. A mí no me parece bien eso. No, no y no. Me niego a que esa escoria pueda tener siquiera posibilidad alguna de sentir placer cuando alguien les introduzca un objeto o apéndice contundente por salve sea la parte. Dado que se cometería el craso error de encarcelar a esos deleznables aficionados a torcer vidas y quebrar cuerpos, preferiría que, mientras esperen su liberación el día en que se entregue el Nobel de Física a José Luis Rodríguez Zapatero, se les deje disfrutar sin traba ni aislamiento ninguno de la apasionante vida carcelaria y sus códigos de des-honor, de forma que los pedófilos y pederastas acabaran como el subsuelo de Madrid: con tantos agujeros que el forense no supiera cuál es de salida y cuál de entrada.

  2. Que les internen en un centro psiquiátrico: Basados en la estúpida excusa de que la causa de ser unos monstruos sea una enfermedad. "Hola, me encuentro mal, creo que tengo la gripe. Muy bien, caballero, pase por aquí, por favor, siéntese a la espera entre la mujer con leucemia y el señor que ha violado a su sobrino en la cuna, gracias". ¿A que no tiene gracia? Pues eso díganselo a los mastuerzos con toga o bata que califican a estos repulsivos criminales como "enfermos", que casualmente son los mismos que hablan de los beneficios de la castración química. ¿Privar de erección a un demente le hace mejor persona? "Ufff. Desde que ya no se me levanta, soy otro, tú. Ahora violar a sietemesinos no es lo mismo, aunque lo sigo haciendo, por no perder la costumbre, total..." Yo insto vivamente a esos abogados, psiquiatras y psicólogos a que adopten a estos pobres especímenes aquejados de tan curiosa enfermedad y que les hagan sentirse uno más de sus familias, especialmente en celebraciones tan entrañables como los bautizos y comuniones.

  3. Que acaben en la calle: Una opción que parecería surrealista si no fuera constatablemente real. Esto hay que agradecérselo a los golferas políticos que no endurecen el código penal y a los jueces que se la cogen con papel de fumar y tienen las neuronas como ornamento. Si estos incompetentes tuvieran que explicar a la cara a todas las víctimas, una por una, de estos malnacidos por qué caminan con la libertad de la que gozan las gentes de bien, las cosas cambiarían o quizás los cirujanos maxilofaciales harían horas extra. A saber...

Como verán, no me convence ninguna de estas opciones. Yo abogo por una solución mucho mejor para todos. Para ello, me baso en algo de lo que estoy plenamente convencido: Que los pedófilos y pederastas pueden reportar un beneficio a la sociedad. ¡Quieto! Antes de que acaben como Larra o que me quieran bañar en ácido, déjenme explicarles el "por qué" y el "cómo". Nos adentramos en lo que podría llamarse el "Breve manual para convertir un monstruo en un ser altruista": Se coge al pederasta o pedófilo y se le pone en la disyuntiva de ser carnaza de tiburón blanco en aguas australes o participar en un programa de salud de escala nacional. Si optan por la primera opción, perfecto. Si lo hacen por la segunda, no pasa nada: Tras pasar un reconocimiento médico, se procede a la sedación o no (decisión en mano de los familiares de los niños afectados) del monstruo, se extraen todos los órganos sanos y donables y, a continuación, se desposee al sujeto de todos los huesos susceptibles de ser reutilizados médicamente. De esta forma, los pederastas/pedófilos contribuirían enormemente a las tan necesarias donaciones de órganos y huesos. ¿Qué hacer con los restos? Bien, la carcasa de lo que nunca fue un ser humano también tendría un fin útil para la vida: incinerarla hasta convertirla en fenomenal compost con el que abonar campos y macetas. ¿Lo ven? Es posible. Sólo es cuestión de planteárselo en serio.

Y, mientras tanto, máxima agonía para los que destrozan infancias, familias y vidas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acertadísima propuesta de múltiples soluciones para esta lacra. No se quejarán por falta de sugerencias. Añado el resucitar a Vlad Tepes "El Empalador" para que haga valer con esta gentuza su apodo.

Anónimo dijo...

Buen artículo.Suscribo la necesidad de, al menos, removeer las conciencias (si es que aún queda alguna) ante casos tan monstruosos como éste. Sólo si al bebé de un juez o de un político le hicieran "polvo", los resultados estarían garantizados. Qué penita.