Fue Disney quien reconcilió al público, especialmente el infantil, con la música clásica a través de esa maravillosa película llamada "Fantasía". Fue y es Disney quien ha reconciliado al público, especialmente el infantil, con los musicales a través del prodigioso espectáculo "La Bella y la Bestia", inspirado en la película homónima. Ayer sábado tuve la inmensa fortuna de poder asistir a este gran (en todos los sentidos) show y no me resisto a escribir algo acerca de esa sensacional experiencia. Este musical, caro como todos y sorprendente y emotivo como pocos, nos sumerge durante más de dos horas en un mundo fantástico donde toman cuerpo y voz todo el fabuloso imaginario de ese inolvidable cuento de hadas que encumbra una de las mejores lecciones que se puede aprender en esta vida: la verdadera belleza está en el interior.
Si tenemos en cuenta que todo (y cuando digo todo es todo) está cuidado con sumo detalle y organizado con milimétrica precisión, el espectáculo promete. Si a eso se le añade una fantástica música en directo (que rememora las magistrales piezas del gran Alan Menken) y un elenco en el que todos, sin excepción, bordan sus interpretaciones, la magia y la emoción irremisiblemente se apoderan de las butacas desde el primer hasta el último minuto. Conforme avanza el reloj, uno no sabe si está dentro de la película, del cuento o simplemente está teniendo uno de los sueños más bonitos de su vida. Mención especial merecen a mi juicio tres soberbias interpretaciones: Julia Möller (Bella), una intérprete magnífica hasta cuando calla que hipnotiza y conmueve con una voz privilegiada que bien vale por sí sola el precio de la entrada; David Ordinas (Bestia), quien dota al personaje de un porte y una calidez humana inesperada; y Armando Pita (Lumière), que sencillamente hace una interpretación memorable del más llameante y chispeante de los sirvientes de Bestia.
Con todos estos argumentos, uno no puede menos que refrenar el ánimo o las lágrimas ante escenas como la de "¡Qué festín!", el baile de la Bella y la Bestia o el apoteósico final que cierra el espectáculo. Dado que es imposible compensar con dinero el colosal disfrute que este musical reporta, los aplausos atronan con incontestable fuerza el aforo del Teatro Coliseum durante minutos que se antojan insuficientes para premiar todo el esfuerzo y el talento exhibido en el escenario.
En definitiva, "La Bella y la Bestia" es un musical que, ya acudas solo o acompañado, convierte cualquier velada en una fecha inolvidable y una fuente de muchos, muchísimos buenos recuerdos. Simplemente extraordinario.
1 comentario:
Hola! Buenos dias... navegando por ahi encontre tu blog... La verdad ni me he fijado en la fecha de la entrada, pero solo queria decir que el nuevo montaje de La Bella y la Bestia es magia en estado puro. Una invitacion a soñar, a ver de cerca el mundo Disney... Y vivir de cerca las aventuras de sus personajes... Un elenco genial, con ARmando Pita como Lumiere que en mi opinion es el mejor Lumiere que ha habido...
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