viernes, 20 de abril de 2007

De Guybrush a Sora: Videojuegos y aventura

Este artículo es fruto de uno de mis vicios más confesables: la afición por los videojuegos. Si hace años los niños y jóvenes se quedaban enganchados a las fantásticas tramas de novelas y relatos (de aventuras, misterio, cómicas...) y, posteriormente, al carrusel icónico-mitológico de las series de televisión (particularmente las de dibujos animados), hoy están engarzados a los fabulosos juegos que pueblan los ordenadores y, especialmente, las consolas. ¿La razón? Fácil: Muchos de estos productos igualan o superan la calidad y el atractivo de las mejores novelas, series televisivas y películas. Si a esto añadimos el inmenso y seductor poder de sentirte protagonista activo de la trama, característica exclusiva de los videojuegos, pues ya tenemos la fórmula mágica del éxito.

Para los que a estas alturas ya se hayan santiguado o indignado, es mejor que no sigan leyendo. Para el resto, pasaré a argumentar estas afirmaciones. Para ello, me centraré en el género que más éxito está teniendo desde hace años: la "aventura" (ya sea la tradicional, también llamada "Aventura gráfica", o en su versión mixta, mezclada con acción o elementos de rol, que tantísimas ventas supone hoy en día). De cara a facilitar la lectura de mi exposición, la dividiré en dos grandes puntos:

  • Videojuegos para ordenador: Aquí hay dos géneros que reinan sin molestarse el uno al otro: Los "shooters" (arma en mano aniquila todo lo que aparezca en el monitor) y la Aventura gráfica. Hablando de este último, hay que citar a los dos referentes innegables de este género y que han hecho historia gracias a ello: Lucas Arts y Sierra. En cuanto a Lucas Arts, podría comentar su ingenioso e histórico motor Scumm o varios de sus sensacionales juegos de aventura gráfica (Zak McKraken, Sam and Max, Full Throttle, The Dig o Grim Fandango), pero sería una completa majadería no detenerme en sus tres grandes sagas del citado género: Maniac Mansion (1 y 2), extraordinaria parodia de las películas de serie B de ciencia ficción y terror; Indiana Jones y...(La última cruzada y Las llaves de la Atlántida), con unas tramas tan entretenidas o más que las célebres películas; y, por último, la quizás más famosa saga de videojuegos de ordenador de toda la historia: Monkey Island (1, 2, 3, y 4), prima hermana de la taquillera película "Piratas del Caribe" (beben de las mismas fuentes: la atracción de Disney y el libro de Tim Powers "En costas extrañas"), que elevó a la máxima potencia todas las virtudes y características del film con muchos años de antelación (entre 1990 y 2000). Aventura y fantasía unidas por un delirante y memorable sentido del humor (paródico algunas veces, genial siempre) y unos personajes ya míticos en el olimpo videojueguil (Guybrush Threepwood, LeChuck, Eleaine Marley...) han hecho de esta peculiar historia de piratas (obra de Ron Gilbert) un verdadero icono de los videojuegos con millones de seguidores (Worldofmi, Scummbar). Más recientemente, aunque a años luz de estas grandes aventuas (nunca mejor dicho), Lucas Arts ha desarrollado dos notables juegos de este género, ambientados en el universo de Star Wars (¡cómo no!): Knights of the Old Republic y Knights of the Old Republic II: The Sith Lords. Si alguien ha querido saber si habría sido jedi o sith, nada mejor que estas entretenidas aventuras, en las que de paso aprendemos un poco de "historia antigua galáctica" (puesto que se desarrollan 4.000 años antes de la historia que todos conocemos). En lo que respecta a Sierra, empezaré diciendo, como curiosidad, que casi toda aventura que lleve la palabra "quest" en su título es obra de esta compañía (Ej: Police Quest, Quest for Glory...). Dicho esto hay que destacar sus cuatro grandes sagas que, si bien en mi opinión no están a la altura de un "Monkey Island" o "Maniac Mansion", sin duda forman parte del acervo fanático de las aventuras gráficas: King Quest (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8), excelente saga ambientada en el mundo fantástico clásico; Space Quest (1, 2, 3, 4, 5 y 6), disparatada y genial parodia de las películas tipo "Star Trek" capitaneada por Roger Wilco; Leisure Suit Larry (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8), desternillante y extensa saga que recoge las andanzas de Larry, un ligón feucho y hortera al que ninguna mujer se resiste; y Gabriel Knight, sobrecogedora trilogía con una sensacional trama de "thriller sobrenatural". Aunque pueda parecer lo contrario, no todo empieza y acaba en Lucas Arts o Sierra. También existen "recientes" aventuras gráficas que emulan en talento, aspecto y diversión a los grandes "clásicos". Es el caso de Broken Sword, entretenidísima saga protagonizada por George Stobbart que combina historia, leyendas y mitología, o de las españolas (sí, han leído muy bien) Igor:Objetivo Uikokahonia (pionera en nuestro país), Hollywood Monsters y Runaway (con un sensacional éxito internacional), obras todas ellas de Péndulo Studios.


  • Videojuegos para consola. Cada día está más claro que el futuro de los videojuegos se encuentra en las consolas (ya sea Playstation, Xbox, Wii), por el enorme potencial que brindan a todos los niveles. Y quien diga lo contrario que mire la cantidad de dinero que mueve el mercado consolero y el mercado PC o simplemente que compare cuánta promoción se da a los videojuegos de consola y cuánta a los de ordenador. Dicho esto y antes de proseguir, he de advertir que hablar de género de aventura y sagas en el terreno de las consolas me lleva a aparcar a un lado a grandísimos juegos tales como el GTA, Zelda, Resident Evil, Silent Hill y leyendas similares, más centrados en aspectos como la acción, en unos casos, o el rol, en otros. La segunda consideración que hay que tener presente en este apartado está ligada a lo que acabo de decir: En este tipo de plataformas, el género de la aventura es un híbrido entre lo que sería la "aventura gráfica" tradicional y un género complementario (acción, rol, lucha, simulador, etc.), algo lógico teniendo en cuenta que en las consolas prima por encima de todo la experiencia de usuario y se trata de contentar al mayor número posible de "jugones". Bien, llegados a este punto, cabe distinguir cuatro grandes sagas del género de la aventura dentro de los videojuegos consoleros y me van a permitir que haga una distinción puramente subjetiva: Hay dos sagas que, si bien son absolutamente formidables, no están a la extraordinaria altura de las otras dos. Una de ellas es el Prince of Persia, una de las sagas de referencia y más veteranas, que remoza pasmosamente el ambiente de "Las mil y una noches" al tiempo que eleva a la enésima potencia el espíritu de las grandes películas de aventuras de Hollywood; como curiosidad cabe decir que comenzó su andadura en el mundo PC y luego dio el salto a las consolas...y el próximo salto será el cinematográfico. La otra saga que acompaña en esta categoría de "formidable pero no insuperable" es God of War, en la que el hercúleo e irascible guerrero Kratos demuestra su espartana cordialidad desde el Olimpo hasta el hades, pasando por la tierra. Es una saga (puesto que ya tiene secuela y es lógico pensar que habrá más) ambientada en la Antigüedad pero plagada de escenarios, criaturas y referencias procedentes de la mitología clásica griega. Con nivel gráfico tan apabullante como la "diplomacia" de Kratos, el juego evoca a sensacionales películas como "Furia de titanes" o "Jasón y los argonautas", pese a que la brutalidad que exhibe esté más cerca de Rambo, Terminator y angelitos similares. Y ya que estoy hablando de mitos, es hora de mencionar las dos sagas de aventuras más soberbias que ha visto el mundo consolero gracias a la productora Square Enix: "Final Fantasy" y "Kingdom Hearts". Ambas mezclan con insuperable talento los géneros de la aventura, la acción y el rol y son sencillamente magistrales en su factura técnica (gráficos, sonido, música...). En cuanto a la saga de "Final Fantasy" lo mejor que se puede decir de ella es que podrán cambiar o no las historias, los personajes y los mundos, pero siempre es insuperable. Por otra parte, para ser igual de conciso, respecto a "Kingdom Hearts" hay que decir que sólo un genio (en este caso, hay más de uno: Shinji Hashimoto, Tetsuya Nomura, Kazushige Nojima) podría combinar con tanta maestría y sensibilidad los personajes de Disney con los de Final Fantasy. Me van a perdonar, pero para mí esta es mi saga preferida: una trama tan bien argumentada como entretenida, un estupendo equilibro entre géneros, unos gráficos excepcionales, una banda sonora deliciosa (obra de Yoko Shimomura) y múltiples guiños a entrañables películas y personajes con los que todos hemos crecido (y reído y llorado...) hacen tanto de KH1 como de KH2 dos juegos que deleitarán a los pequeños y los crecidos por mucho, mucho tiempo,incorporando al entrañable Sora a ese pequeño museo infantil que todos llevamos dentro.

Poco más puedo añadir excepto que sería bueno ser conscientes de que las novelas de antaño son los videojuegos de hoy, pero que ambos pueden convivir en la vida de quienes como yo les encanta perderse en peripecias heroicas y mundos fantásticos.

jueves, 19 de abril de 2007

Derek

Recibir un premio Pulitzer es todo un honor y una garantía de asombro y respeto mundial. Pero, en este caso, eso es lo de menos porque la historia de Derek Madsen no necesita de ningún premio para conmover al mundo o pasar a la posteridad. Y no lo necesita porque está escrita con el lenguaje de las entrañas, apelando a los sentimientos y valores más profundos que tiene el ser humano, hablando a nuestros corazones de tú a tú con una contundencia que en ocasiones llora sobre nuestras mejillas. Es una historia de amor y sacrificio, de ilusión y dolor, de vida y de muerte. Es la historia de dos héroes: Un niño con un cáncer infantil terminal y su excepcional madre. Y es una historia que acaba mal. Pero es precisamente esa dimensión trágica la que engrandece colosalmente las proporciones de los valores y virtudes de todos los protagonistas implicados en ella. Y es una historia que, además de conmovernos, nos debe hacer reflexionar.

No ahondaré aquí en detalles, pues prefiero que conozcan a Cyndie French y su hijo a través del sobrecogedor y magnífico reportaje premiado con el Pulitzer y que está estructurado en cuatro partes (1, 2, 3 y 4). Lo que quiero con este artículo son dos cosas:

La primera de ellas es elogiar a todas esas personas que combaten con todo su alma el lado menos agradable de la existencia humana, a esos héroes anónimos que se convierten en un referente magistral de cómo deberíamos ser todos, a ese ejército sin nombre que miran a la cara al infortunio y la tragedia y en lugar de salir huyendo o autocompadecerse, avanzan con corazón firme. Estos son los nuevos santos, los mitos de la épica del siglo XXI, la última esperanza de una sociedad desquiciada y perdida entre sus propios prejuicios y fantasmas. Gente que no busca ni placas ni monumentos ni salir en la foto. Gente que habla con los hechos y actúa con el corazón. Gente como Cyndie y Derek. Gracias a ellos, cualquiera debería sentirse orgulloso de compartir la condición humana con estas magistrales personas.

El otro objetivo que persigo en este artículo es que todos nos miremos frente al espejo de esta historia y comprobemos cuánto tardamos en desviar la vista por avergonzarnos de nosotros mismos. Vergüenza por quejarnos de cosas nimias, por rasgarnos las vestiduras ante problemas absurdos, por autocompadecernos con una facilidad pasmosa, por tirar la toalla ante percances ridículos, por la valentía de las plañideras y la retórica de la queja. Vergüenza. Vergüenza. Vergüenza. Y conste que soy el primero en avergonzarme de mí mismo después de conocer historias como las de Derek. ¡Cuánto tiempo he perdido en quejarme y autocompadecerme en lugar de intentar superar las adversidades de la mejor forma posible! ¡Cuánta cobardía escondida detrás de excusas y lamentos! ¡Qué bajo cotiza hoy todo lo que reporta una sonrisa! ¡Qué egoísmo estúpido domina y ciega nuestras vidas! ¡Qué vergüenza!

Hoy no lamentaré cómo está el país, la sociedad, el cambio climático, mi precariedad laboral o lo que se tercie. Hoy, simple y sencillamente, quiero honrar a Derek Madsen y Cyndie French de la mejor forma que sé: Con un sentido e infinito GRACIAS.

lunes, 16 de abril de 2007

Ya lo decía Einstein...

"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro". Probablemente es una frase muy poco conocida del genial Albert Einstein, pero es el mejor comienzo para este artículo. La Humanidad está demasiado acostumbrada a la autocomplacencia y a decirse al espejo: "Tú vales mucho", mientras esconde debajo de la alfombra todas las bobadas y sandeces dichas y hechas por los hombres. Por eso, me parece especialmente honesto y digno de elogio que haya gente en este mundo que ponga la diana y distinga como se merecen a los más zotes, estultos y necios humanos del planeta. Y no, no me estoy refiriendo al público de ningún "reality show", ni a la política de promoción dentro de Recursos Humanos ni a los votantes de Bush o el señor POE. Me refiero a los impulsores de los Premios Ig Nobel, los Darwin Awards y los Wacky Warning Labels, auténticos exploradores de la vertiente necia de los "homo sapiens".

Los Ig Nobel, como alguno ya se imaginará, son la divertida antítesis de los celebérrimos premios y galardonan desde 1991 los inventos, estudios y descubrimientos más tontos, extravagantes y/o inútiles. Lean algunos ejemplos: Por qué los pájaros carpinteros no sufren de dolor de cabeza; Interrupción del hipo con un masaje rectal dactilar; Cálculo del número de fotografías que hay que tomar a un grupo para asegurar que todos los que posan aparecerán con los ojos abiertos en la imagen; ¿Puede la gente nadar más rápidamente en jarabe o en agua?; Vigilar la actividad de una célula cerebral en una langosta mientras que esa langosta miraba escenas seleccionados de la película "La Guerra de las Galaxias"; examen comprensivo de la pelusa humana del ombligo; Diseñar y comprobar personalmente la eficacia de un traje blindado a prueba de ataques de osos grizzly...Sin comentarios. Para quien quiera más información y no sea amigo de navegar por los links que he puesto, he de decir que existe un libro recopilatorio de estos premios: "Los Premios IG Nobel: Cuando la Ciencia hace reír".

En cuanto a los Darwin Awards, de los que se tiene noticia desde 1985, premian a los protagonistas a su pesar de las historias más ridículas y estúpidas que uno se puede echar a la cara (aunque en algunos casos no dejan de ser leyendas urbanas), desgraciados que, según los promotores de estos premios, hacen un favor a sus congéneres al eliminarse del acervo genético...¿Quiénes son esos sujetos? Lean, lean: Un hombre que fue aplastado hasta morir por una máquina de Cocacola de la que intentaba sacar un refresco gratis (el individuo tenía aproximadamente 3 $ en monedas y 25 $ en billetes); Un albanés borracho que al subir a un autobús tropezó, haciendo explotar la granada que llevaba consigo (¿?) y matando a otras dos personas e hiriendo a diez más; Un paciente de un hospital que murió abrasado al quitarse su máscara de oxígeno para encenderse un cigarrillo; Un herrero que había utilizado un proyectil (como el de los tanques) como yunque durante diez años hasta que descubrió fatalmente la explosiva verdad; Un golfista que murió electrocutado al miccionar en pleno campo en medio de una tormenta eléctrica...Para quienes quieran saber más, se acaba de estrenar una comedia que aborda estos premios: "Darwin Awards: Muertes de risa".

Por último y no por ello menos delirante, están los Premios Wacky Warning Labels, dedicados a las etiquetas y advertencias más absurdas, como por ejemplo: "No meta a ninguna persona dentro de esta lavadora", "Quite al niño antes de doblar el cochecito", "No intente secar su móvil en el microondas", "No usar esta escobilla (de retrete) para limpieza personal", "Nunca use el secador de pelo mientras duerma", "No coma el tóner"...

Risas aparte, después de leer todo esto, uno se pregunta si realmente existe vida inteligente en el universo o, si la hay, por qué no han invadido ya este bonito planeta...Y mientras tanto, resignación, que como dijo Goethe: "Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano".

martes, 3 de abril de 2007

Cisnes de quirófano

La última moda televisiva es dedicar programas a que personas de belleza inusual o distraída derramen lágrimas de cocodrilo para que algún cirujano les dé una solución gratuita a su cubo de rubik. Me refiero a bazofias como "Cambio radical" de Antena 3 o "TNT" de Telecinco. Es lo que tiene la televisión de hoy en día: programas sin escrúpulos hechos con gente sin complejos (ni vergüenza). No haré aquí un ensayo sobre la belleza, pero ya que hay gente a la que le place que les metan el bisturí, no puedo resistirme a hacerles algunas incisiones.


Para mí, tanto la gente que puede llegar a deprimirse por su físico como aquella que valora personal, profesional o sentimentalmente a los demás por su físico sólo se merecen gratis una cosa: las visitas al psiquiatra. Pero me centraré en el primer grupo:
  • En el caso de "ellas": Se empieza por jugar con las Barbies. Luego se hace de las revistas femeninas una especie de biblia que tiene en la publicidad su mesías y llena las tiendas de ropa y cosméticos de cientos de feligresas. Y cuando un día se les ocurre mirarse al siempre honesto espejo, reniegan de un reflejo que no es ni nunca fue Barbi y empiezan a tener tentaciones de quirófanos y siluetas que, en los casos más repugnantes, las conducen a la anorexia, la bulimia, el tunning del bisturí o a llorar en programas como los arriba citados.
  • En el caso de "ellos": A diferencia de las féminas, los hombres empiezan a cuestionarse su aspecto físico por meras cuestiones culinarias, que se resumen en el dilema "Me como un colín o no me como un colín, he ahí la cuestión". Cuando descubren que se vuelven invisibles a la hora del cortejo, apareamiento y copulación, la depresión les da una clase magistral en la que aprenden que nunca fueron Madelman, ni Brad Pitt, ni Colin Farrell, ni Backstreetboy. Entonces, la berrea amatoria da paso a la autocompasiva y ellos se mueven en la incertidumbre de ir a un gimnasio y transformarse en "La Cosa" o bien poner velas a Quasimodo para encontrar a un Doctor Frankenstein que revierta el proceso.

Habrá quien pueda pensar que estoy en contra de las operaciones de cirugía estética. Siento la decepción pero sí estoy a favor siempre y cuando estén destinadas a arreglar algún desperfecto que perjudica o puede perjudicar la salud de la persona. Y punto. Para el resto de personas que modelan su autoestima con bisturí, amantes del quita y pon, y fanáticos del tunning corporal, les recomendaría que aprendan a querer y valorar aquello que ven en el espejo, porque es la persona con la que convivirán el resto de su vida. El mejor regalo que se podría hacer a esta gente, si no una visita al psiquiatra, sería un ejemplar del cuento de "El patito feo" de Hans Christian Andersen o bien de "La bella y la bestia" de Madame Leprince de Beaumont, a ver si obtienen alguna moraleja compatible con la sensatez y la cordura mental.


Programas como "Cambio radical" o "TNT", donde las presentadoras no son más que la versión actual del feriante que voceaba antaño "¡Pasen y vean la criatura más horrible que sus ojos han visto!", además de un atentado contra la calidad televisiva, son una muestra de hasta qué abismo está llegando la sociedad de nuestro tiempo bajo la tiranía de la imagen. Una tiranía ante la cual yo me rebelo porque siempre he pensado y pensaré que una persona no es lo que se ve, sino lo que demuestra ser.


Así pues, para esa legión de jetas y desquiciados mentales que cambian lágrimas por operaciones y para todos aquellos que se aprovechan de ellos para hacer negocio, les dejo unas citas célebres de personas que, bellas o no, son un referente de sabiduría, con el ánimo de que reflexionen: Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla (Confucio), La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora (Ortega y Gasset), La belleza exterior no es más que el encanto de un instante (George Sand), ¿Qué es la belleza? Una convención, una moneda que tiene curso en un tiempo y en un lugar (Henrik Ibsen), La hermosura es una tiranía de corta duración (Sócrates), Llamamos bello a aquello que es elogiado por el periódico y que produce mucho dinero (Stendhal).


Yo, por mi parte, a ese ejército de bellos por imposición, cáscaras artificiales, aspirantes a Apolo/Afrodita y cisnes de quirófano, sólo puedo decirles una cosa más: La pena no es que seáis así, sino que penséis así. Con congéneres como vosotros, yo prefiero ser feo y sensato a guapo e idiota.