martes, 22 de mayo de 2007

El peligro viene del aire

Yo, cada día que pasa, me parezco más a los galos de Astérix, pues tengo un creciente pánico a que el cielo caiga sobre mi cabeza, aunque sea en forma de excremento. Y es que yo no sé a quién se le ocurrió poner como símbolo de paz y concordia universal a un animal que es lo más parecido a un "antisistema" con alas. Efectivamente, me estoy refiriendo a las palomas, esa plaga de ratas aladas que ya sea en grandes urbes o en modestos pueblos no tienen ningún problema en bombardear con sus heces edificios, monumentos, balcones, repisas y transeúntes. Como la Parca, las palomas todo lo igualan con sus evacuaciones: defecan sobre el millonario y el pedigüeño, sobre el anciano y el niño, sobre el hombre y la mujer, sobre el monumento y el asfalto, sobre la catedral y la "casa okupa", sobre el coche y el viandante...nada escapa a estos escuadrones de esfínter certero.

Yo no sé en otras ciudades, pero en Madrid, especialmente en mi barrio, me paso más tiempo esquivando heces de paloma que de perro y, honestamente, miro con recelo y temor a los árboles, las farolas y las marquesinas, por miedo a estar en el punto de mira de una paloma. Estos desgraciados animales han echado a perder más monumentos que todos los iconoclastas bizantinos y protestantes juntos y tienen una falta de respeto tan universal que ríete del anarquismo de Proudhon, Bakunin y compañía. Da verdadera lástima contemplar fachadas, estatuas y coches acribillados por este sucedáneo animal de la "Legión Cóndor", que deja "Guernicas" doquiera que van. Bromas aparte, los perjuicios que las palomas ocasionan no son cosa baladí y se extienden desde el ámbito arquitectónico hasta el sanitario. Para mayor información de este tema, les emplazo a que consulten tres interesantes webs: Ibertrac, Palomatec y la del Ayuntamiento de Alicante.

En fin, me hace gracia que se dé la murga a los propietarios de perros para que controlen dónde miccionan y defecan sus mascotas y luego la ciudad sea alegremente fruto de la diarrea colectiva de las palomas. Me es indiferente lo que digan los grupos ecologistas. Las palomas son una plaga repugnante y hay que erradicarlas o diezmarlas sea como sea. Me da igual si llenan Madrid de halcones y águilas, si las matan a tiros o las esterilizan, pero cuantas menos palomas vea, mejor. Yo no tengo por qué aguantar a esos bombarderos fecales ni ver con buenos ojos que se cisquen en los mejores monumentos de mi ciudad. Ni bonitas ni entrañables: las palomas son asquerosas. Y menos mal que el primer domingo de Pentecostés fue hace muchos, muchos siglos, porque, de ocurrir hoy, la Virgen y los Apóstoles al ver a la paloma de marras se habrían puesto a cubierto y entonces no existiría ni Iglesia ni nada de nada. ¡Muerte a las palomas!

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOla" el otro día estábamos en la calle esperando a un amigo...hasta ahí algo normal, y justo cuando pasamos se oye un estruendo, diossss pedazo cagada q calló al suelo, pufff aquello era enorme, le dije a Victor: niño si esto te cae en la cabeza te mata fijo....
ciaooo
bsss
nagore