Recientemente, mientras veía La noche de Halloween (curiosa secuela que también funciona como reinicio de la saga y que me gustó más de lo que esperaba al aunar lo mejor de la original de John Carpenter y de la versión de Rob Zombie), hubo una escena en la que las tres "generaciones de mujeres Strode" plantan cara a Michael Myers uniendo fuerzas y que me hizo pensar en cómo este arquetipo de personaje, el de la chica sobreviviente (final girl en inglés) ha ido evolucionando a lo largo de los años, pasando de ser un icono del puritanismo más rancio a ser actualmente emblema del denominado empoderamiento femenino, ya que donde los hombres fracasan, las mujeres triunfan y mientras ellos mueren, ellas perviven. Así, allí donde las películas de Disney patinan (salvo contadas excepciones, las "princesas" acaban salvadas por "príncipes"), las películas de terror aciertan al mostrar a las mujeres como las pu*as amas, siendo lo suficientemente poderosas y autosuficientes como para escribir su propia historia y derrotar o sobrevivir al villano de turno.
Con frecuencia se suele minusvalorar a las películas de terror, contemplándolas poco menos que como un repertorio de sustos y/o vísceras sin ton ni son. Y no. Las películas de terror son un excelente espejo de la sociedad de su tiempo. De ahí que, por ejemplo, en su día, las películas con alienígenas estuvieran de moda cuando el miedo al comunismo rampaba en EEUU, o que las películas con hordas de muertos vivientes estuvieran en auge cuando el voraz consumismo amenazaba el propio estado del bienestar, etc. Sobre esto hay mucho y muy bien escrito (por ejemplo, el sensacional Monster Show de David J. Skal), así que a ello me remito. En el caso de las final girls, surgen como personajes arquetípicos de un subgénero, el del slasher (es decir, películas de terror protagonizadas por un brutal asesino en serie), que nació al calor del puritanismo conservador que caracterizó yanquilandia a finales de los 70 y comienzos de los 80 del siglo XX y en el que la muerte estaba asegurada para todos aquellos personajes que vulneraran la moral y la estética conservadoras, asunto éste del que se supieron burlar fenomenalmente películas como Cherry Falls, Scream y Las últimas supervivientes. Sobre esto, también se han publicado análisis interesantes (como Hombres, mujeres y motosierras de Carol J. Clover), así que no es mi intención apuntarme ningún tanto con esto sino remarcar algo que es tan interesante como evidente.
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