sábado, 15 de septiembre de 2018

Un empate inverosímil

Que el Éibar no se haya marchado del Estadio Metropolitano goleado es algo tan inverosímil como que Koke siga pisando el césped vistiendo la rojiblanca o como que Simeone cambie al mejor jugador del partido cuando aún quedaba mucha tela que cortar o como que el Atleti lleve sólo una victoria en lo que va de Liga.

Que un equipo tan Segunda como el Éibar haya sacado un empate después de lo visto sobre el terreno de juego no es que sea inverosímil: es directamente una vergüenza. Claro que en eso tiene mucho que ver, por un lado, el discreto rendimiento de muchos jugadores rojiblancos esta mañana y, por otro, que Marko Dmitrovic jamás parará tantos goles cantados como hoy

Con esos dos párrafos podría resumirse todo el partido Atlético de Madrid 1 - S.D. Éibar 1. Pero no me gustan los microartículos. Así que...

El encuentro pintaba bien: agradable temperatura, excelente ambiente, buenas jugadas locales, multitud de remates contra la portería visitante, un rival más empeñado en jugar al fútbol australiano que al de la Liga (Mendilibar es especialista en hacer que sus equipos parezcan una quedada de leñadores), un árbitro no excesivamente malo...Como digo, pintaba bien. Pero aquello duró lo que duró: es decir, hasta que las incontables paradas del portero rival y las imprecisiones y los desajustes locales cambiaron el modo "Disney" de la primera parte al modo "Haneke" de la segunda

Y es que los segundos 45 minutos fueron un creciente cabreo e incredulidad ante lo que estaba pasando sobre el terreno de juego. Y lo que pasaba es que el Éibar puede ser uno de los equipos más mediocres del campeonato (que lo es) pero no es uno de los equipos más tontos, así que aprovechó una de las escasísimas (estuvieron más pendientes de hacer faltas y perder el tiempo que de jugar al fútbol) oportunidades que tuvo, la cual coincidió en el tiempo y el espacio con uno de los varios sainetes que se vivieron en la defensa rojiblanca hoy. ¿Consecuencia? 0-1 con VAR y sin VAR. No obstante, conviene contextualizar que, para terminar de darle emoción al asunto, Simeone volvió a pecar de entrenador retirando primero al talentoso Lemar y luego al mejor jugador rojiblanco del partido: Rodrigo (que se marchó bajo una sonora pitada al Cholo). ¿Consecuencia? Correa jugó a ser Correa (que es algo parecido a un futbolista sin llegar a serlo ni remotamente) y Koke evidenció un partido más que hace varias temporadas que está para banquillo u "oferta mareante árabe, asiática o estadounidense". ¿Consecuencia de la consecuencia? Cortocircuito y fiarlo todo a que la suerte dejara de tener a Dmitrovic como follamigo antes de que el árbitro pitara el final. Y, oh, milagro, ocurrió: el canterano Borja Garcés (¿el nuevo "Niño"?) maquilló en el descuento tanta injusticia y bochorno. 1-1.

Así las cosas, el Atleti sigue sin repetir victoria en Liga y eso que hoy, a diferencia de lo ocurrido en Vigo, sí mereció ganar por juego y oportunidades (hasta 18 tuvo). Quizá Simeone (y alguno más) debería hacérselo mirar porque es evidente que hay algo que falla. O quizá, más que algo, algunos. No son muchos pero sí los suficientes para que los resultados inverosímiles sigan lastrando en Liga al equipo del Metropolitano. Y la Champions se acerca, así que ojo. ¡Aúpa Atleti!

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