Hay parejas que se mueven por inercia, como un zombi al que todo lo
humano le es ajeno. Hay parejas que subsisten gracias a un pacto de no
agresión, porque ya no quieren hacer el amor pero les da pereza
declararse la guerra. Hay parejas que perviven como una unión temporal
de empresas, en la que los beneficios se ponderan con números y no con
recuerdos ni sentimientos. Hay parejas que (se) aguantan por miedo a la
soledad, como una camaradería entre náufragos. Hay parejas que se
instalan en un búnker de excusas del que nadie puede salir y en el que
nadie puede entrar. Hay parejas que ponen el corazón en los genitales y
se quieren hasta que el cuerpo aguante. Hay parejas que viven sólo de
cara a la galería, haciendo del error una obra de arte. Hay parejas en
las que todo es guión y automatismos, porque no quieren sorprenderse con
la libertad de ser feliz. Hay parejas que funcionan por un trueque sin
más truco que el de que el amor sea el único que salga perdiendo. Hay
parejas que viven la vida como un formulario a cumplimentar porque creen
más en la burocracia del placebo que en la entropía del torrente. Hay parejas que se resignan a estar sin ser porque piensan que la vida es un premio de consolación. Hay
parejas que aparentan de más y se quieren de menos porque no hablan nada
de todo lo que deberían. Hay
parejas en las que la ventriloquía reemplaza a la complicidad porque
entienden la vida como un dictado y no como un diálogo. Hay parejas que se declinan en pantallas y teclas porque son incapaces de articular el dónde y el cuándo. Hay parejas que se quieren de palabra, se engañan por omisión, se necesitan a cobro revertido y se reprochan en diferido. Hay parejas que no se entienden porque olvidan que una relación siempre se conjuga en primera persona del plural. Hay parejas que se enredan en un bucle de gestos huecos porque no encuentran el sentido a los sentimientos. Hay parejas que huyen hacia delante habiendo sabido siempre que nunca se quisieron. Hay parejas que se construyen sobre un magma
de secretos y miradas a otra parte porque tienen pánico a la sinceridad.
Hay parejas que nacen como hospitales de campaña en los que las cicatrices
marcan la caducidad que lleva al tiempo a pedir espacio. Hay parejas que
viajan mirando al retrovisor rumbo a ninguna parte porque no tienen más
futuro que el pasado. Hay parejas tan llenas de nada que parecen
tenerlo todo porque nunca se preocuparon ni de ser ni de estar. Hay parejas que
pasan por la vida sin que la vida pase por ellos.
Pero ésta, la de la foto, no es ninguna de esas parejas. Los vi hace no mucho, en mi barrio. Estaban de pie, junto a un paso de cebra. Arreglados, sin estridencias, en las antípodas de cualquier patetismo. Estaban quietos, como orillados en el tiempo. Él tenía su brazo izquierdo puesto delicadamente sobre ella. Ella, arrimada a él, cobijada con ternura entre su pecho y su brazo. Ignoro su edad. Ignoro sus nombres. Ignoro si los volveré a ver. Lo que sí sé es que estos dos se quieren y eso lo recordaré, con la firme intención de que, en el futuro, cuando la prórroga peine las canas de mi historia, pueda como ellos protagonizar una imagen para la que siempre sobraron las palabras.
Pero ésta, la de la foto, no es ninguna de esas parejas. Los vi hace no mucho, en mi barrio. Estaban de pie, junto a un paso de cebra. Arreglados, sin estridencias, en las antípodas de cualquier patetismo. Estaban quietos, como orillados en el tiempo. Él tenía su brazo izquierdo puesto delicadamente sobre ella. Ella, arrimada a él, cobijada con ternura entre su pecho y su brazo. Ignoro su edad. Ignoro sus nombres. Ignoro si los volveré a ver. Lo que sí sé es que estos dos se quieren y eso lo recordaré, con la firme intención de que, en el futuro, cuando la prórroga peine las canas de mi historia, pueda como ellos protagonizar una imagen para la que siempre sobraron las palabras.
1 comentario:
Pues mucha suerte.
Porque hoy en día no sabemos amar de verdad y siempre buscamos lo conveniente.
Y si no haces nada de eso y crees firmemente y quieres un amor real, vivo , entonces los demás te miran como un bicho raro, como una pobre romántica que buscaba algo que pertenece a la ciencia ficción.
Saludos
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