En una España que parece el cruce entre "Bienvenido Mr. Marshall" y
"Amanece que no es poco", apenas o nada extraña que nos veamos abocados
al día de la marmota electoral.
Muy seguramente, se repondrán en breve los grandes tópicos de ayer, hoy y de siempre y
se hablará de la "fiesta de la democracia", del "triunfo de la
ciudadanía", de la "importancia de ir a votar" y todo ese famoso
etcétera aderezado con emulsiones de bla, bla, bla. Lo mismo de siempre
para dar un barniz de normalidad a una situación absolutamente anormal
pero coherente con esa lógica absurda que ha convertido la política
española en una 'spoof' movie de una democracia occidental con un guión
que ni los de Mel Brooks. Dicho de otra manera: "La salchipapa" es
anormal con respecto a la música pero totalmente congruente con Leticia
Sabater. Leticia Sabater como correlato objetivo de España, a este punto
hemos llegado.
Así las cosas, visto el percal, me gustaría reflexionar brevemente sobre el asunto del voto. Lo primero que quiero decir es (atención 'spoilers') que no puede
decirse seriamente que vivamos en una democracia cuando ya de base el
voto de los ciudadanos no vale lo mismo dependiendo del lugar del que
hablemos. Realidad 1 - Ingenuidad 0. Gracias al sistema electoral
vigente (hola, Ley D'Hont) podemos colocar la igualdad de los ciudadanos
junto la separación de los tres poderes o la libertad de prensa, esto
es, en el cajón de "Cosas deseables pero inexistentes en España". Ya
sólo por ese motivo, convendría dejar de ponerse estupendo y no venirse
arriba al hablar de las elecciones en esta democracia de serie B.
Además, merece la pena
recordar que aquí, por culpa de la irresponsabilidad
de los partidos y los ciudadanos, un voto es una patente de corso
concedida más por enajenación, sugestión, placebo o despecho que por
conciencia cívica, consciencia política o convicción ideológica.
Realidad 2 - Ingenuidad 0. Y para rematar: en España, tenemos una
arraigada tradición que se prolonga hasta nuestros días en la que más
que votar "por" se vota "contra", porque decidimos sustituir los
sangrientos derbis guerracivilistas por reyertas de sobre y papeleta.
Por eso, poco o nada importan los programas, los debates y las promesas porque se
vota como quien ajusta cuentas: con las entrañas. No hay, por tanto, más
realidad que esta impostura de la que, por corrección política,
renegamos. Realidad 3 - Ingenuidad 0.
De todo esto son conscientes tanto los electores como, especialmente,
los elegibles. De ahí que entre unos y otros se establezca un tácito
pacto de complicidad, la misma convención que se establece entre una
obra de ficción y el público: se asume como real y creíble algo que no
lo es. Por esta razón, la opereta en que ha devenido el vodevil político
de España sería impensable sin la complicidad o connivencia de
nosotros, los españoles. Somos como los internautas que se detienen a
ver "La salchipapa" con la intención de criticar y/o descojonarse de la
criatura que perpetra el videoclip sin caer en la cuenta (o eso quiero
creer) de que muy posiblemente sea ella la que se descojone realmente de
nosotros porque, en el fondo, le hacemos el juego y le damos lo que
busca (de momento,más de 3 millones de visionados del lovecratfiano videoclip). Leticia Sabater de nuevo, esta vez como trasunto de la clase
política española (si cito una tercera vez el nombre de esta señora,
Cthulhu se alzará de su sueño y yo deberé ser ingresado en Arkham).
De todos modos, tal y como está el percal, tanto si votas como si no,
estarás siendo cómplice de algo que puede ser un despropósito nivel
Godzilla. De ahí que, a pesar de los pesares, lo mejor será ir a votar,
aunque sólo sea para tener una excusa para cualquier pataleo ulterior.
Por esa razón, para ayudar a quienes decidan pasar por las urnas, voy a
hablar del tipo de votantes que necesitan los líderes de los principales
partidos:
- Mariano Rajoy necesita feligreses, porque sólo amparándose en la fe se
puede sustentar algo que no encuentra respaldo por los sentidos ni por
la lógica. Y ese "algo" se llama cuatro años de orgía desvergonzada de
meteduras de pata inexcusables, ya hablemos del Gobierno o del PP.
- Pedro Sánchez necesita melancólicos, porque el PSOE vive actualmente
en modo "cualquier tiempo pasado fue mejor" mientras su sobreactuado
líder hace malabares con bombas de hidrógeno.
- Pablo Iglesias necesita 'groupies', fans absolutamente entregados a
este Charles Manson de barriada que galopa a lomos del arribismo
enrollado en la bandera de la demagogia.
- Albert Rivera necesita sensatos, personas razonables lo suficientemente valientes para pensar con el cerebro, a las que el
futuro les parezca un buen lugar en el que pasar el resto de sus vidas y
dispuestos a desterrar sea como sea la estupidez, la crispación y la
falta de honradez de la vida pública.
Así las cosas, yo sólo espero que el lunes próximo este país deje de dar
ascopena y sea un proyecto común e ilusionante, aunque para ello se
tenga que pasar por las urnas por enésima vez. Ya estamos hartos de
rubias estrábicas difíciles de oír y peores de mirar. Nos merecemos a
Charlize Theron. Al menos, los sensatos.
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