Ayer por la tarde vi, en preestreno, la película francesa "Un profeta", film áspero e interesante que narra el ascenso al hampa criminal de un pobre diablo que acaba convertido en un individuo inquietantemente astuto, vil y despreciable.
La cinta dirigida por Jacques Audiard está temáticamente a medio camino entre "El expreso de medianoche" y "El padrino", pero carece del talento narrativo de ambas películas, aunque no del interpretativo, y eso que el reparto no es rutilante en los nombres. Todos los actores de "Un profeta" están convincentes hasta la crueldad y el desasosiego, dando vida a una morralla humana que hacen de su vida dentro y fuera de la cárcel una violenta y reprobable oda al delito como forma de vida.
Desde el comienzo de la película, el espectador asiste a la progresiva sustitución de la ingenuidad e impulsividad del protagonista, Malik, por la astucia y la falta de escrúpulos que le convierten de víctima en verdugo. No obstante, uno no puede dejar de tener la convicción de que este tipo no es más que un pelele al que el sórdido entorno y las malas compañías moldean a su antojo hasta dotarlo de unas habilidades que acaban por convertirlo en un lobo con piel de cordero que no entiende de lealtades ni valores. Cruel y verídico como la vida misma.
Las únicas pegas que se pueden poner a esta película son su excesivo metraje o su escaso vigor narrativo, tanto monta, monta tanto. Dicho de otra forma: Hay escenas demasiado largas y otras que se podrían haber omitido si se supiera hacer un buen uso de la elipsis como elemento narrativo. Por lo demás, yo particularmente creo prescindibles y gratuitas dos extravagancias: las episódicas alucinaciones que sufre el protagonista y los rótulos sobreimpresionados que aparecen ocasionalmente en pantalla. No obstante, entiendo que siendo en el fondo "cine de autor" estas rarezas forman parte de las licencias que se toma Audiard.
En resumen, "Un profeta" es un film recomendable que, sin aportar nada nuevo, ofrece un duro retrato naturalista de cómo un reo de medio pelo toma su particular y exitoso expreso de medianoche dejando tras de sí un reguero de sangre y deslealtad. Real como el mundo en que vivimos.
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