miércoles, 5 de noviembre de 2008

¡América despierta!

Hay momentos en los que uno siente la mano de la Historia escribiendo firme e inexorable un nuevo capítulo de su autobiografía. Uno de esos momentos ha ocurrido hoy, a las 06:00 de la madrugada, cuando en el pequeño televisor de mi cuarto he visto aparecer, entre legañas y sueño, la figura del próximo presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama para pronunciar su discurso como ganador de las elecciones presidenciales ante un aforo tan multitudinario como enfervorizado, representación de millones de estadounidenses y no estadounidenses que han visto sus ilusiones cumplidas, entre ellos, yo.

Imágenes y palabras como las que han coronado esta impresionante noche hacen recordar por qué EEUU ha sido en no pocas ocasiones un espejo en el que mirarse, una nación admirable y admirada, un país envidiado y envidiable. Pese a sus luces y sombras, sus glorias y vilezas, los Estados Unidos de América representan bastante bien a qué se debería parecer una democracia que se precie de serlo. Como muestra, valga el elegantísimo y responsabilísimo discurso del perdedor de la contienda electoral, el hombre que no pudo cambiar el cambio, el candidato republicano John McCain. Una deportividad, sensatez y responsabilidad impensables en otras latitudes, como por ejemplo, España, país cuyos "políticos" se empeñan en demostrar con tesón que su contribución a la Política es sólo comparable a la de Cañita Brava a la música clásica.

Los comicios se han saldado con una victoria más abrumadora en el número de delegados (338-163) que en el de votos (donde sólo hay una brecha de seis millones de votos, que, en un país de las dimensiones de EEUU, no es gran cosa), pero, aun así, ha sido incontestable. Ahondando en esto, hay que recordar que todo triunfo en unas elecciones conlleva tantos méritos propios como deméritos del rival. ¿Por qué ha perdido McCain? Por estar en el mismo partido que uno de los individuos más nefastos y necios que ha llegado a una Jefatura del Estado (G.W.Bush), por tener una actitud de lo más volátil a lo largo de la campaña (especialmente cuando la crisis económica estalló), y por poner a su vera a una lunática egocéntrica, Sarah Palin, que encarna el sueño erótico de Bush, Rumsfeld y cía pero no la moderación que ha intentado abanderar McCain. Una lástima, sin duda, porque John McCain tiene más honestidad, inteligencia, clase y corazón que todo el gabinete del incalificable G.W.Bush. ¿Por qué ha ganado Obama? Por su extraordinaria y equilibrada combinación de argumentos "cerebrales" y sentimentales, por su habilidísima utilización de las nuevas tecnologías para hacer campaña, por la mácula que le concede no tener relación ni experiencia alguna con el "establishment" de Washington, por su proverbial serenidad y seguridad, por su innegable carisma (algo que encandila tanto a la ciudadanía como a los medios de comunicación), por su magistral oratoria (y eso que tiene a un chaval de "negro" emulando a Cicerón) y por encarnar mejor que su rival el sueño americano: joven, mulato y con una progresión que le ha llevado desde las zonas más humildes de Chicago hasta la Casa Blanca, derrotando por el camino prejuicios, tópicos, a una brillante ex Primera Dama y a un héroe de guerra.

Sea como fuere, cuando uno ve el triunfo del otrora senador por Illinois en un país con el inquietante pasado de Estados Unidos (hace sólo 150 años, las cosas eran muy pero que muy distintas), tiene la grata, gratísima sensación de que la sociedad estadounidense y, por ende, la democracia de esa nación, ha llegado por fin a la mayoría de edad, algo que estaba en seria duda después de aupar hasta en dos ocasiones a un tipo que es a la política lo que Chuck Norris al arte dramático (si alguien tiene alguna duda al respecto, recomiendo la lectura del voluminoso y contundente libro de Bob Woodward, "Negar la evidencia"). No puedo evitar emocionarme al ver en el presidente número 44 de EEUU, un tenue reflejo de grandísimos prohombres como Abraham Lincoln, John Fitzgerald Kennedy o Martin Luther King. Espero y deseo de todo corazón que el tiempo demuestre que tan descomunal comparación es merecida, igual que espero y deseo que Barack Obama no acabe como ellos, con su vida cercenada por plomo y sangre. Ojalá que el hombre que comenzó su carrera política en el mismo lugar que Lincoln inició la suya consiga, con el carisma de JFK, hacer para siempre realidad el sueño de King.


En definitiva, estoy contento, muy contento porque EEUU y el mundo van por fin a pasar página, después del siniestro y demencial capítulo escrito por el tarado de George W.Bush, pero más aún porque ha ganado un hombre que porta consigo honestidad, sensatez y, sobre todo, esperanza, mucha esperanza, que falta hace, dentro y fuera del país de las barras y estrellas. Ojalá que éste sea el comienzo de muchas alegrías. ¡América, despierta y vuelve a soñar!



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado el artículo y además comparto tus opiniones.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con todo, este artículo me ha gustado mucho. Es emocionante e impresiona que Obama haya llegado allí, a la Casa Blanca. Una genial noticia para el mundo entero.
Lo que más me gusta es el patriotismo de los candidatos, sean del partido que sean.