...gilipollas. Antes de seguir, me gustaría aclarar que este artículo va dedicado a todos los que se den por aludidos y a quienes simpaticen o formen parte de esa turba tosca, hortera, trasnochada y maleante que, a propósito de la visita del Papa a España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (sarao que respeto pero que más que entusiasmo, me provoca desidia) se dedican a demostrar que su capacidad de raciocinio es pareja a su habilidad para demostrar respeto a quienes difieren de sus convicciones, como exhibieron el otro día en Sol, hostigando bochornosamente a unos pacíficos y perplejos peregrinos que, en muchos casos, es la primera vez que pisan suelo español o la ciudad de Madrid, y que, entre otros muchos recuerdos, se van a llevar a su casa la imagen de un imbécil greñudo y berreante dispuesto a increparle o zarandearle por el mero hecho de ser creyente, católico o vete a saber qué.
Porque, vayamos por partes:
- La Iglesia: Quien haya leído los artículos que he escrito sobre este tema en el blog, sabrá que no me encuentro cómodo, por decirlo educadamente, con buena parte del boato, ornato y parafernalia que parece consustancial a cualquier actividad de la Iglesia. Es decir, que soy partidario de una Iglesia más sencilla, en toda la extensión de la palabra y, por tanto, me identifico mucho más con las primeras comunidades cristianas que con el entramado que hay en el siglo XXI. Del mismo modo, pienso que la Iglesia, o, mejor dicho, quienes la representan (y aquí no me vale aquello de "Iglesia somos todos"), se han perdido en un marasmo de voces aflautadas, planteamientos victimistas, discusiones bizantinas y discursos que necesitan una urgente revisión. Igual que es justo reconocer que la Iglesia, como cualquier otra institución que tuviera la longevidad que ésta tiene, ha tenido tiempo de sobra para meter la pata y así lo ha hecho, en ocasiones, hasta la axila. Pero dicho esto y teniendo en cuenta los tiempos que corren, la Iglesia hoy en día está realizando una labor social extraordinaria, sufragada casi únicamente por la contribución de sus fieles, de la que se beneficia gratuitamente toda la ciudadanía que lo necesite, sin importarles si el beneficiario cree (o no) en Dios, Alá, Yahvé, Espinete o Don Pimpón. Así que, ya sólo por la parte de "acción social" (como se dice ahora por esnobismo), la Iglesia merece un respeto, aunque sólo sea porque es de lo poco que funciona bien y altruistamente en estos años de crisis.
- El credo cristiano: Dejando a un lado asuntos meramente religiosos y teológicos, no puede haber una sola persona en su sano juicio que crea de verdad que la ética, la filosofía, los ideales y los valores contenidos en la doctrina y el credo cristiano en general y católico en particular son perniciosos para la vida social o individual. Que exista un problema de "formas" más que de "fondo", puede ser, pero lo que es indudable es que ser un buen cristiano significa, dicho prosaicamente, ser una buena persona. Ni más ni menos. Claro que cualquiera es libre de disentir en este sentido y entregarse en cuerpo y alma a ser un perfecto cabrón, gañán, inútil...
- ¿Con qué derecho? Hay personas que protestan enérgicamente (lo cual no es sinónimo de "razonadamente") porque no encuentran razón para celebrar, albergar u organizar la Jornada Mundial de la Juventud en España/Madrid. Pues, queridos ignorantes y/o demagogos, con la misma razón y con tanto derecho (o más) como el que ampara la acogida de saraos como por ejemplo "El día del Orgullo Gay". Así de sencillo. Si alguien prefiere ver a maromos en pelotas bailando música disco en lo alto de un autobús en lugar de una misa presidida por un Jefe de Estado y máxima autoridad para millones de personas en todo el mundo, es pura y llanamente cuestión de gustos, pero no de merecimientos.
- El coste de la JMJ: Mucho se ha hablado de esto en las últimas semanas y, con frecuencia, desde la más absoluta ignorancia. Y así pasa lo que pasa...Pero, por hacer un favor a estas multitudes de cretinos que alzan la voz y el sobaco contra la Jornada Mundial de la Juventud, diré que su coste va a ser sufragado íntegramente por las aportaciones de los propios peregrinos y, en menor medida, por la contribución de más de un centenar de empresas españolas agrupadas en la Fundación Madrid Vivo; por otra parte, el beneficio económico que la JMJ dejará al conjunto del Estado, vía Madrid, se calcula en varias decenas de millones de euros. Con lo cual, sólo atendiendo a criterios económicos, la JMJ es un chollo. Si a eso le unimos la labor de promoción "turística" de España/Madrid en el extranjero, ya sea por los cientos de medios de comunicación internacionales que están cubriendo la Jornada Mundial, o por el testimonio de los miles de peregrinos foráneos una vez regresen a sus casas, la rentabilidad de la JMJ sólo podría ser cuestionada por un lerdo.
- La demagogia trasnochada: Si alguien tiene el intelectualmente insano pero periodísticamente necesario detalle de atender a las berreas y soflamas de los "laicos cabreados", se dará cuenta de que son las mismas sandeces demagogas que podrían haber dicho sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos, sus tatarabuelos...Memeces que, a bote pronto, resultan fantásticas pero, conforme pasan los segundos, mutan de "reivindicaciones idealistas" a "perfectas soplapolleces". Así que, puestos a decir tonterías, que no sean las que Bakunin escuchó en su cuna, por favor, porque, si no, cuesta dilucidar quién está más anticuada, si la Iglesia o quienes se oponen a ella. Eso por no hablar de que hay quien quiere culpar a la Iglesia de todos los males del mundo (a excepción de la programación de Telecinco), majadería sin fundamente que se cae por su propio peso.
- El oportunismo sinvergüenza: Organizar una protesta que mezcle ateísmo, anticlericalismo, comunismo, republicanismo y perroflautismo con motivo de la JMJ con la innegable intención (ahí están los documentos informativos) de molestar, ofender, amedrentar u hostiar a los católicos que han acudido a esta celebración, me parece algo tan repugnante, patético y gilipollesco como me resultaría que se organizara una marcha homófoba el 28 de junio o un desfile de simpatizantes del franquismo el 14 de abril. Puro mal gusto y ganas de tocar lo que no suena...y, también, un acto de cobardía, porque creo que si Madrid albergara un evento mundial de la religión islámica de proporciones similares a la JMJ, los que hoy están armando gresca y envalentonados, estarían entonces en su casa con la rasta entre las piernas.
- ¿Respeto? ¿Qué respeto? A los patanes encabritados que bajo la excusa de su laicismo se dedican a atacar verbal o físicamente a quienes no son de su gusto, se les llena la boca hablando de "respeto", "derechos" y "libertad de expresión". ¿Perdón? Es que no acabo de entender el chiste, en serio. Yo tengo amistades que son agnósticas, ateas o de un credo distinto al cristiano y no por ello las tengo en distinta consideración o afecto. Tal vez es que la educación y el respeto es algo que nadie enseñó ni se molestaron en aprender estos palurdos gritones, faltones e irreverentes. Y si alguien piensa que estoy faltando al respeto a los laicos folloneros...puede que sí o puede que sólo esté calificándoles objetivamente y con el DRAE en la mano.
Así pues, una vez aclarada mi opinión sobre distintos aspectos que rodean a la polémica sobre la JMJ, sólo puedo terminar el artículo deseando fervientemente lo siguiente: Que estos violentos y estúpidos paladines del laicismo más feroz abracen intensamente uno de los aspectos más importantes del cristianismo: la comunión; es decir, que les den hostias hasta que vean a la Santísima Trinidad.
Decía Chesterton que "Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo". No le faltaba razón.