domingo, 19 de mayo de 2019

Atleti: fin y reinicio

Se acabó la temporada oficial del Atlético de Madrid. Un curso que se cierra con un notable (el subcampeonato liguero) y dos suspensos (las bochornosas -lo importante no es perder sino cómo se pierde- eliminaciones en Copa del Rey y Liga de Campeones). Unos meses que concluyen con la marcha de varios iconos (Godín, Juanfran, Filipe Luis, Griezmann), la consolidación de algunos (Oblak y Giménez) y la candidatura de otros (Morata, Camello, Mollejo y cía). Una temporada en la que el Atlético ha tenido que lidiar con la decadencia inevitable asociada a la edad, las innumerables lesiones derivadas de una pésima preparación física y el "esto es lo que hay" habilitado por la mediocridad futbolística y/o inestabilidad mental de algunos jugadores que son más un lastre que un recurso. Por eso, el subcampeonato liguero no sabe tan mal, miradas las cosas en perspectiva.

Yo, personalmente, siempre recordaré el 18/19 como el curso en que Diego Godín y Juanfran Torres demostraron qué es ser del Atleti y Antoine Griezmann y Lucas Hernández qué no: a veces, las formas dicen mucho del fondo. Honradez, respeto, elegancia, humildad, educación...Jueguen a buscar las diferencias entre unos y otros.

Ahora, el Atlético se enfrenta a algo tan sano, estimulante y necesario como reinventarse. Lo ha hecho muchas veces. Particularmente, me es igual si vienen cracks o no. Lo único que espero, y como yo toda la hinchada, es que quienes se queden y quienes vengan entiendan que estar en el Atleti no es una obligación ni una condena sino un orgullo y una responsabilidad; que este club no es un escaparate sino un lugar donde dejarte el corazón en cada jugada; que la camiseta pesa porque dentro de ella están todos los que la honraron en el césped y las gradas; que no hay nada ni nadie por encima del equipo; que el camino a la leyenda lo marca gente
como Godín y no niñatos con el cerebro tan bien amueblado como un Targaryen. Ha llegado el momento de relevar a los titanes que construyeron una generación legendaria en rojo y blanco; de hacer algo para el futuro que no reniegue ni insulte al pasado. Ojalá haya suerte. Una suerte que será más fácil de convocar con gente como Oblak (para mí, el auténtico crack del Atleti), Giménez (el mejor sucesor que podría tener el inolvidable Godín), Saúl (al que ya sólo le falta jugar de portero para demostrar su polivalencia) y Morata (que tiene el Santo Grial del fútbol: el gol).

Por lo demás, es una verdadera lástima que una temporada más no se marchen del club los mismos que nunca tendrían que haber llegado. Y no, no hablo de jugadores ni de cuerpo técnico. Hablo de dos bellacos parapetados tras el tótem de Simeone. Hablo de dos impresentables incapaces de defender al club cuando y como toca. Hablo de dos miserables que lo mismo maltratan a Godín que agasajan a Griezmann. Hablo de dos fulanos que ponen cláusulas para hacer negocio y no para hacer proyecto. Hablo de dos recuerdos del presidente más bochornoso que ha tenido el club. Hablo de dos tíos a los que no soporta ningún aficionado del Atleti. Hablo de dos personajes de infame estampa y peor recuerdo. Hablo de dos nombres que, el día que abandonen la directiva, el Atlético de Madrid tendrá mucho que celebrar.

Mientras ese día llega, toca centrarse en lo que suceda en el césped. Ojalá la 19/20 sea una temporada a la altura de la afición. Con eso bastará. ¡Aúpa, Atleti!

sábado, 27 de abril de 2019

"Vengadores: endgame" o la apoteosis friki

El jueves, día 25, tuve la suerte de conseguir una entrada para el estreno en España de Vengadores: Endgame. La vi. La disfruté. La recordaré siempre, como probablemente haga también el resto de espectadores que abarrotó la sala 16 de los Cinesa Méndez Álvaro y que glosaron el film con ovaciones, carcajadas y llantos cuando tocaba.

Es complicado resumir este "Final del juego" sin caer en spoilers, así que diré que la batalla definitiva contra Thanos es el cierre perfecto para esta saga o arco argumental (que ha durado 22 películas y 11 años) y un maravilloso homenaje a quienes han hecho posible todo ello: los actores y los fans. Consejo: lleven pañuelos.

Por eso, mejor que decir "qué es" esta película resulta decir "cómo es": épica, divertida, emotiva, conmovedora, entretenida, apabullante, apoteósica, espectacular, laudatoria, hiperbólica, asombrosa, impactante, orgásmica, panegírica, abrumadora, elegíaca, cómplice, excesiva, excelsa, monumental, desoladora, gratificante, trepidante, emocionante, efectista y efectiva. Es la película que todo fan de MARVEL desearía ver. Es una gozada de proporciones cósmicas. Resulta francamente difícil lograr que una película tan exagerada en las formas como en el fondo, que hace malabares con los géneros cinematográficos y que cuenta con un elenco tan amplio resulte tan eficaz y equilibrada. Pero los Hermanos Russo lo logran, confirmándose como los mejores cineastas a los mandos de las películas marvelitas. El film brilla en todos los apartados técnicos, pero es en lo interpretativo donde el reparto hace un fabuloso homenaje a sus personajes y a los espectadores. Y es que Vengadores: Endgame, tiene mucho, muchísimo de eso, de homenajear lo que ha supuesto esta saga en lo cinematográfico y en lo sentimental. De ahí que, por ejemplo, los guiños a otras películas precedentes (incluso con una sola frase) y los cameos de ciertos personajes (por muy fugaces que sean) que trufan el metraje suponen todo un beso en el corazón de los fans.

Otra virtud de esta gran (en todos los sentidos) película es el poso que deja haciendo las veces de moraleja. Empezando por esa frase promocional "Parte del viaje es el final", que en la película está en boca del memorable Robert Downey Junior. Vengadores: Endgame nos habla de que para avanzar hay que estar dispuesto a dejar atrás, que para ganar hay que estar dispuesto a perder, que para aprender hay que estar dispuesto a fallar, que para disfrutar hay que estar dispuesto a sufrir, que para conseguir hay que estar dispuesto a sacrificar, que para vivir hay que estar dispuesto a morir. La diferencia entre una persona normal y un héroe es que este último no sólo está dispuesto sino que lo demuestra. Y esta película está llena de (súper)héroes, seres extraordinarios que demuestran al espectador que lo heroico no tiene que ver con tener poderes increíbles sino con un corazón invencible. Dicho de otra manera: cualquiera puede ser un héroe si atiende a su corazón. Ese es el gran legado de esta saga que culmina en Vengadores: Endgame.

Acabo ya con un consejo. Si bien la película no tiene escena postcréditos, merece mucho la pena quedarse a ver los emocionantes créditos finales, aunque sólo sea los inmediatamente posteriores al desenlace del film, porque subrayan esa naturaleza de homenaje al reparto y a los fans de la que hablaba antes. Eso sí, quien se quede hasta el final, cuando ya el logo de MARVEL pone el broche a los créditos tradicionales, se escuchan unos sonidos que son todo un reconocimiento a la película que lo comenzó todo. Y hasta ahí puedo contar...

Por mi parte, no sólo voy a recordar el resto de mi vida Vengadores: Endgame, sino que estoy firmemente decidido a verla cuantas veces hagan falta porque es el mejor regalo que La Casa de las Ideas ha hecho a quienes, como yo, somos orgullosos frikis. MARVEL, te quiero tres mil.