lunes, 24 de noviembre de 2014

Después de 600

Después de seiscientos artículos publicados en este blog desde hace más de ocho años, hay pocos temas o cosas sobre las que no haya escrito. Por eso, hoy quiero dedicar este post a los míos. ¿Y quiénes son "los míos"? Es díficil contestar de una forma precisa o rotunda a esta pregunta, pero, honestamente, pienso y siento que mi gente, los míos, son quienes...

Sin compartir mi sangre, firman y firmarán a pie de mi felicidad.

Compartiendo mi sangre, dan sentido a las palabras "nobleza", "lealtad", "cariño" y "tranquilidad".

Sin ser mi familia, formaron una sobre un escenario.
Son parte de una pequeña gran escuela en la que aprendes a descubrir, a descubrirte y a que te descubran.

Estando o no, siempre están y estarán.

Cuentan todas las veces que se han caído por las veces en que se han levantado.

Cuando las flechas cubren el sol, luchan en la oscuridad.

Saben que todo gran camino empieza con un pequeño y único paso.

Hacen lo correcto sin importar si coincide o no con "lo fácil".

Asumen que los errores, duelan o no, forman parte del aprendizaje.

Son conscientes de que crecer consiste en disfrutar del desengaño sin formar parte de él.

Han descubiero que el tiempo no pasa sino que se invierte o se malgasta.

Les preocupa el presente porque es el lugar en el que pasarán su futuro.

Suman y multiplican pero no restan ni dividen.

No tienen miedo ni vanidad para reescribirse o reinventarse.

Sienten que el valor está en la diferencia.

Prefieren ser la excepción y no la regla.

Son renglones torcidos en tiempos de dictados y cuadrículas.

Confían en la pausa en un mundo frenético.

Creen que la única forma de ser pasa por la sinceridad.

Alzan la mirada cuando o donde el resto agacha la cabeza.

Dicen y sienten sin miedo a los daños colaterales de las habladurías u opiniones ajenas.

Cruzan las puertas entreabiertas en lugar de quedarse ante ellas.

Aprendieron que conformarse es la más inaceptable de todas las cobardías. 

Quieren creer que el éxito no es cuestión de enchufes o suerte sino de esfuerzo y talento.

Consideran que la verdadera justicia no está escrita ni lleva toga.

Apuestan por la cultura en tiempos de mediocridad.

Saben que un buen libro, una buena película, una buena obra o un buen videojuego consisten en lo mismo: contar bien una historia.

Pudiendo ser de cualquier equipo, eligen ser del Atleti.

Viven y saben vivir. 

Así que por todas esas personas que, conociéndolas o no, son "los míos", bien vale la pena haber escrito esos seiscientos artículos y volver a compartir con ellos otros tantos.

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