viernes, 12 de septiembre de 2014

A vueltas con Cataluña

No es la primera vez que escribo sobre el tema pero sí espero que sea la última. Antes de nada, recuerdo y aviso: tengo apellidos, sangre y amistades catalanas. Dicho esto, creo que, por mucho que se empeñen algunos catalanes, ni el principal culpable de los males de Cataluña es su pertenencia a España ni la solución a su decadente situación económica, social y política pasa por desvincularse de España.  Y no lo digo por afán patriótico ni por exaltación de la unidad ni todo ese bla, bla, bla. Lo digo porque pienso que... 

1) El victimismo patológico del que hacen gala en su argumentario más emocional los nacionalistas e independentistas catalanes nada tiene que ver con afrentas gubernamentales o procedentes del resto del país. Tradicionalmente, la mayor parte de las malas experiencias sufridas por Cataluña están directamente relacionadas con su histórica mala suerte a la hora de elegir, tanto bandos como dirigentes. Respecto a los bandos, ahí están para evidenciarlo la Guerra de Sucesión del XVIII (fracaso que paradójicamente dio pie a las celebraciones de cada 11 de septiembre) y la Guerra Civil del XX. En cuanto a los dirigentes, basta con recordar al "molt deplorable" Jordi Pujol y a quienes han venido después para darse cuenta de que el electorado catalán aúpa (conscientemente o no) a políticos que oscilan entre la deficiencia mental y la caradura. La frustración por esos errores no intencionados es lógica, comprensible y respetable...pero convertir en culpa ajena lo que simplemente es cuestión de azar es de una cobardía y un cinismo extraordinarios.

2) La sensación de "incomodidad" forma parte de la idiosincrasia catalana pero no responde específicamente a la pertenencia de Cataluña al Estado español. Dicho de otra manera: los catalanes a lo largo de la Historia han demostrado ser muy propensos a sentirse incómodos, con independencia de si esa incomodidad tuviera o no fundamento en la realidad. ¿Cómo no van a sentirse incómodos ahora cuando ya se sintieron así estando (como Marca Hispánica) en la órbita del extraordinario Imperio Carolingio? ¿Cómo no van a sentirse incómodos cuando en 1462 la Generalidad negó la debida obediencia a su legítimo soberano Juan II de Aragón?¿Cómo no van a sentirse incómodos ahora si ya desde el nacimiento de la Monarquía Hispánica veían a los castellanos como unas rémoras y no como unos compatriotas con los que lograr grandes gestas y obtener mayores beneficios? ¿Cómo no van a sentirse incómodos si aun siendo los reyes del mambo en el mamoneo autonómico actual protestan como si vivieran en la humillación constante? Por eso, a nadie puede pillar de sorpresa esta actitud individualista e inconformista. Forma parte de su ADN histórico. Viven en la permanente incomodidad. Estarían incómodos hasta con su propia sombra. Tienen vocación de mosca cojonera. En resumen: no les gusta jugar en equipo.

3) La delicadísima situación económica de Cataluña no tiene nada que ver con agravios fiscales ni con su pertenencia a España. Nadie tiene la culpa de que la crisis económica afectara también Cataluña (a lo mejor es pensaban que una crisis mundial pasaría de largo) y dejara sus vergüenzas al aire (como ha ocurrido en tantos otros lugares). Puestos a buscar responsables de la podredumbre de las arcas catalanas, mejor harían los catalanes en mirar hacia la Generalidad (esa institución con la misma dignidad que una casa de lucecitas) y no hacia Madrid, desde donde sistemática y estúpidamente los Gobiernos centrales llevan lustros intentando apagar con privilegios competenciales y fiscales el discurso victimista de los nacionalistas y aledaños. De hecho, si no fuera por esas excesivas ayudas y consideraciones made in Madrid, Cataluña ahora mismo sería más ruinosa de lo que ya es.

Lógicamente, para asumir todo esto que acabo de decir hace falta
cierta capacidad autocrítica, palabra ésta que no figura en el diccionario del nacionalismo catalán. Quizás es que para aceptar ciertas cosas es necesario tener una mínima formación intelectual y ética, formación que mirando a los Pujol, Montilla, Mas, Junqueras y compañía se puede declarar como inexistente. O quizás es que es mucho más fácil y divertido echarle morro, follarse el rigor, ignorar la Historia, tergiversar la realidad, inventarse un cuento de hadas, titularlo "nacionalismo" y decir que Sant Jordi lo que mató no fue un dragón sino un español.

No obstante, que los males de Cataluña hayan sido y sean principalmente culpa de la propia Cataluña no quiere decir ni mucho menos que el Gobierno central no tenga su cuota de responsabilidad en todo este cisco, porque la tiene y no es pequeña. Los sucesivos Gobiernos estatales han demostrado una absoluta falta de inteligencia, sensibilidad, coherencia y firmeza que no sólo no ha acabado con el chantaje catalanista sino que lo ha incrementado hasta lo indefendible. Dicho de otra manera: la ineptitud de los sucesivos ocupantes de La Moncloa ha convertido en Godzilla lo que era una simple lagartija. Si a ello se le une la previsible verborrea patriotera (que no patriótica) del iluminado de turno que da motivos para la diarrea panfletaria "made in ERC" pues...

Tampoco ha ayudado en todo este embrollo que se hayan creado unas trincheras mediáticas (financiadas directa o indirectamente con dinero público) en las que presuntos periodistas practican hasta el aburrimiento la "demonización del otro" y la predilección por acojonar a la parroquia con los augurios más funestos. Unas reyertas propagandísticas que no hacen ningún favor a la conciliación de la convivencia ni facilitan una solución razonable para un jaleo en el que las vísceras están ganando la partida a las ideas.

De todos modos, a mí no me parece mal que existan catalanes (muchos o pocos) que quieran ser independientes, que ansíen cambiar la señera por la estelada y/o que se hayan dejado convencer de que España es el Gran Satán y que Cataluña es y será siempre los Mundos de Yuppi. Por mí, como si se mudan a Saturno. Lo que sí me parece mal es que al mismo tiempo que claman desde hace semanas por la democracia ("derecho a decidir" dicen) llevan años demostrando con su actitud y comportamiento que se pasan por el arco genital el pilar esencial de la democracia: el respeto, tanto a la Ley (y a quienes la cumplen) como a aquellos que piensan diferente (sean o no catalanes). Hipocresía, se llama. El juego democrático tiene como norma básica e innegociable el respeto incondicionado tanto al adversario como a las reglas que al mismo tiempo que hacen posible las discrepancias evitan las injusticias y los delitos. Si alguien no está dispuesto a aceptar eso, mejor que se deje bigotillo y ensaye el paso de oca. 

Dicho esto y por acabar: ¿sueñan los independentistas con esvásticas eléctricas?

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