El responsable del blog sostiene que el titular del citado diario ("Sobresalientes condenados al mileurismo") es muy desafortunado y se pregunta "¿Condenados? ¿Quién les condena? ¿Es una sentencia inapelable, irremisible? Si lo fuera, y se aplicara incluso a nuestros mejores titulados, me parecería un negro presagio.Pero, si no lo es, un titular alarmista como éste, en un diario como éste, hace un flaco servicio a la causa de la sociedad del conocimiento". Discrepo. Ni me parece desafortunado ni me parece alarmista. Actualmente, una gran cantidad de jóvenes (para que luego no digan que generalizo ni "totalizo") trabajan en lo que pueden, con la esperanza de poder trabajar algún día en lo que les gusta o en aquello para lo cual estudiaron. Así de sencillo. ¿Causas de esta afirmación tan rotunda? Sigan leyendo:
- La jungla laboral: Trabajar contra todos los elementos. En este apartado, hay que distinguir tres factores muy importantes: 1) Bueno, bonito y barato.Las empresas hacen un uso conscientemente abusivo de las políticas de becas y/o contratos temporales, en connivencia con la negligencia o pasividad de las Universidades y las ETTs, respectivamente. Tener mano de obra muy cualificada a precio de saldo es algo que, ilegalidades y abusos aparte, es algo muy rentable económicamente. Y en las empresas, especialmente en las grandes, hace tiempo que importan más los números y las cuentas que las personas. Además, dada la miríada de demandantes de trabajo, encontrar "repuestos" es algo tremendamente fácil. 2) El juego de la silla. Paradójicamente, es más fácil encontrar un trabajador que un puesto de trabajo. Por necesidad y/o desesperación, son decenas, cuando no cientos, las personas que optan a un mismo puesto de trabajo, sea cual sea. Con una competencia tan desorbitada, el CV y la entrevista personal han perdido su decisiva influencia y ya lo único que prima de verdad es demostrar que estás dispuesto a hacer o aguantar lo que sea para conseguir un trabajo, como muy bien satiriza la obra "El método Grönholm". Desde hace años, vivimos una época en la que los talentos para hacerse con un puesto no se pueden reseñar en CVs. 3) Reservado el derecho de admisión. Por desgracia, a toda la competencia "natural" que se presupone para lograr un sitio donde trabajar, hay que añadir una realidad que se ha atrincherado en la sombra para hacer su guerra de guerrillas laborales: los "ismos". Enchufismo, nepotismo, amiguismo, intrusismo, cinismo... Desde que estas lacras se instalaron en el panorama profesional español, obtener un puesto de trabajo sin ser "hijo/sobrino/nieto/familiar/amigo de" es una gesta que roza la utopía. Y es que, como dijo un perro viejo hace tiempo, el mundo laboral hoy en día "si no tienes padrino, no te bautizas". Será por eso que algunas empresas parecen mafias...
- La "titulitis": el gran engaño. Licenciaturas, Dobles Licenciaturas, Diplomaturas, Cursos Superiores, Másters, Certificados de idiomas, Certificados de "Prácticas"... Hace años, estaba muy en boga, gracias a algunos pseudogurús, que, cuanto más y mejor formado estuvieras, más fácil sería trabajar. Cuando tienes un CV con más títulos que la Biblioteca Nacional y haces unas cuantas e infructuosas entrevistas, te das cuenta de que sí, es posible que te hayas formado muy bien y que sepas hacer muchas cosas, pero de ahí a encontrar trabajo con la facilidad prometida media un abismo. Es entonces cuando empiezas a tener la sensación de que la formación no lo es todo y que, como tú, miles de personas han tenido la feliz idea de empacharse académicamente y convertirse en un JASP y que el "chollo" está más cerca de ser un "chasco". Los "títulos" ya no aseguran nada más que una sangría económica y una modesta satisfacción intelectual. Hoy, como decía en el punto anterior, entran en juego otros factores de diversa índole y mucho más decisivos. No obstante, pese a todo, puedes ser un enfermo de la titulitis y encontrar un puesto de trabajo. Claro que en ese supuesto tal vez tengas que hacer frente a la carcoma moral de la sobrecualificación, otra de las pandemias laborales de nuestro tiempo. Llegado a este punto, uno se para y piensa, ¿de verdad compensa dedicar tanto dinero y tiempo a formarse? Y la respuesta es aún más inquietante que la pregunta...
- El esfuerzo de Sísifo: Ni esforzarse por hacer una brillante carrera te asegura un puesto de trabajo (y menos aún donde te gustaría bregar) ni hacer bien tu desempeño laboral te asegura una equilibrada valoración contractual, salarial, promocional y humana. Incluso es más que probable que un lameculos asilvestrado, un enchufado próximo al analfabetismo, o un imbécil con picardía empresarial tenga más posibilidades de prosperar económica y profesionalmente que un brillante estudiante o un anónimo y excelso trabajador. Lo más probable es que tarde o temprano, hayas hecho lo que hayas hecho, estés de nuevo en la falda de la montaña que el paro y el orgullo propio te azuzan a volver a escalar, como si fuera el mítico castigo de Sísifo. Hoy, esforzarse en la formación y trabajo diario no garantiza absolutamente nada y ese es un nefasto mensaje que las empresas y la propia sociedad están emitiendo constantemente.