Me gustaría que fuera mentira. Me gustaría mucho. Un error, un equívoco, un mal sueño. Eso es lo que debería de ser y nada más. Me gustaría no tener que escribirte estas líneas. Me gustaría mucho recordar el sábado 14 de febrero de 2009 por otros motivos.
Vital, optimista, altruista, generoso, cariñoso, divertido, bondadoso, deportista, agradable, educado, tierno, espontáneo, participativo, humilde, entusiasta, apasionado, sano, tenaz...tenías todas las virtudes necesarias para ser un magnífico compañero, un buen trabajador, un gran deportista, un excepcional hijo y hermano, un inolvidable amigo y una extraordinaria persona. Y eso, por suerte, lo tenía todo el mundo claro ya desde el colegio.
Sería un mentiroso si dijera que en estos últimos años habíamos mantenido el contacto de otrora. No, no es así. Ambos sabemos el porqué. Lo que quizás no supieras es que, en todo este tiempo, no he olvidado a la persona junto a la cual empecé a aprender la verdadera dimensión de la palabra "Amistad", a ese peculiar y entrañable chico que me brindó muchos de los mejores recuerdos de mi adolescencia, al nombre que por encima de las alegrías o los enfados, la cercanía o el distanciamiento, siempre estuvo y estará presente en mi cabeza y mi corazón como uno de los mejores amigos que he tenido. Pocas, muy pocas personas pueden conseguir que todo el mundo que las recuerde lo haga con una sonrisa en los labios; claro que hablarte de cosas difíciles o imposibles siempre fue algo ridículo porque para ti, que tenías una tenacidad sólo igualable a tu idealismo, superar cualquier reto era sólo cuestión de tiempo. Sí, hay que reconocer que eras bastante cabezota para cumplir tus sueños. Y creo que, poner de acuerdo a tanta gente para recordarte con tanto cariño, es la última meta que has cruzado, campeón.
Has vivido intensamente, te has sentido vivo y has hecho sentirse vivos a todos tus seres queridos; has sido una llamarada de vida que el viento ha apagado antes de tiempo. Recordar a gente como tú es repasar lecciones de humanidad y comprender un poco mejor en qué consiste esto de vivir. Tu vida ha sido el mejor regalo que nos podías hacer y, como siempre, lo hiciste sin intereses ni dobleces, directamente desde el corazón. Creo que te has pasado de generoso porque has tenido un corazón demasiado grande y una vida demasiado corta.
Siempre he pensado que tú no eras de este mundo. Quizás fueras un ángel. Quizás por eso has muerto tan cerca del Cielo. Descansa en paz, José, descansa...¡Ah! Y una cosa más: Gracias, muchas, muchísimas gracias, por todo.
En memoria de José Arcones Hermida (1980-2009)