Se acabó la temporada oficial del Atlético de Madrid. Un curso que se cierra con un notable (el subcampeonato liguero) y dos suspensos (las bochornosas -lo importante no es perder sino cómo se pierde- eliminaciones en Copa del Rey y Liga de Campeones). Unos meses que concluyen con la marcha de varios iconos (Godín, Juanfran, Filipe Luis, Griezmann), la consolidación de algunos (Oblak y Giménez) y la candidatura de otros (Morata, Camello, Mollejo y cía). Una temporada en la que el Atlético ha tenido que lidiar con la decadencia inevitable asociada a la edad, las innumerables lesiones derivadas de una pésima preparación física y el "esto es lo que hay" habilitado por la mediocridad futbolística y/o inestabilidad mental de algunos jugadores que son más un lastre que un recurso. Por eso, el subcampeonato liguero no sabe tan mal, miradas las cosas en perspectiva.
Yo, personalmente, siempre recordaré el 18/19 como el curso en que Diego Godín y Juanfran Torres demostraron qué es ser del Atleti y Antoine Griezmann y Lucas Hernández qué no: a veces, las formas dicen mucho del fondo. Honradez, respeto, elegancia, humildad, educación...Jueguen a buscar las diferencias entre unos y otros.
Ahora, el Atlético se enfrenta a algo tan sano, estimulante y necesario como reinventarse. Lo ha hecho muchas veces. Particularmente, me es igual si vienen cracks o no. Lo único que espero, y como yo toda la hinchada, es que quienes se queden y quienes vengan entiendan que estar en el Atleti no es una obligación ni una condena sino un orgullo y una responsabilidad; que este club no es un escaparate sino un lugar donde dejarte el corazón en cada jugada; que la camiseta pesa porque dentro de ella están todos los que la honraron en el césped y las gradas; que no hay nada ni nadie por encima del equipo; que el camino a la leyenda lo marca gente
como Godín y no niñatos con el cerebro tan bien amueblado como un Targaryen. Ha llegado el momento de relevar a los titanes que construyeron una generación legendaria en rojo y blanco; de hacer algo para el futuro que no reniegue ni insulte al pasado. Ojalá haya suerte. Una suerte que será más fácil de convocar con gente como Oblak (para mí, el auténtico crack del Atleti), Giménez (el mejor sucesor que podría tener el inolvidable Godín), Saúl (al que ya sólo le falta jugar de portero para demostrar su polivalencia) y Morata (que tiene el Santo Grial del fútbol: el gol).
Por lo demás, es una verdadera lástima que una temporada más no se marchen del club los mismos que nunca tendrían que haber llegado. Y no, no hablo de jugadores ni de cuerpo técnico. Hablo de dos bellacos parapetados tras el tótem de Simeone. Hablo de dos impresentables incapaces de defender al club cuando y como toca. Hablo de dos miserables que lo mismo maltratan a Godín que agasajan a Griezmann. Hablo de dos fulanos que ponen cláusulas para hacer negocio y no para hacer proyecto. Hablo de dos recuerdos del presidente más bochornoso que ha tenido el club. Hablo de dos tíos a los que no soporta ningún aficionado del Atleti. Hablo de dos personajes de infame estampa y peor recuerdo. Hablo de dos nombres que, el día que abandonen la directiva, el Atlético de Madrid tendrá mucho que celebrar.
Mientras ese día llega, toca centrarse en lo que suceda en el césped. Ojalá la 19/20 sea una temporada a la altura de la afición. Con eso bastará. ¡Aúpa, Atleti!