sábado, 15 de febrero de 2014

A vueltas con el aborto

Una de las grandes polémicas de los últimos tiempos ha sido la muy controvertida Ley del Aborto del ministro Ruiz-Gallardón. Una cuestión muy delicada, como cualquiera que afecte directamente a la vida de una persona, como, por ejemplo, la eutanasia o la pena de muerte y que por dicha condición debería tratarse con prudencia, sensatez y empatía, algo que el ministro de cabellera púbica no ha demostrado.
Por eso, como en este embrollo hay varios puntos que analizar, iré uno por uno:
  • Sobre el Ministro de Justicia: Me alegro profundamente de que Gallardón haya encontrado su tumba política en el esperpéntico e indignante gabinete de Mariano Rajoy. Un miserable oportunista, megalómano y egomaniaco no merecía otro fin que ahogarse en esa fosa séptica ministerial de la que se ha rodeado uno de los Presidentes del Gobierno más incapaces, desvergonzados, inútiles, cobardes y mentirosos que ha tenido España (en dura pugna con el esperpéntico Rodríguez Zapatero). Con todas las reformas que había y hay que hacer en materia de Justicia, mucho más importantes y prioritarias que la del aborto (acabar con la despolitización del Poder Judicial, modernizar el sistema judicial, reformar el Código Penal, evitar lo ocurrido con la doctrina Parot...), Gallardón ha preferido ir a lo ¿fácil? con tal de contentar a una parte del electorado popular (si es que queda alguno) con la excusa de que estaba en el programa electoral, el mismo programa, por cierto, que su jefe se ha pasado por el arco genital hasta la saciedad. Querer ser más papista que el Papa tiene estas cosas...
  • Sobre el no nacido: Un aspecto capital del tema del aborto en nuestro país gira en torno a la idea u opinión que se tenga sobre el "no nacido" (es decir, sobre el individuo engendrado pero aún no parido). En este aspecto, todo el mundo debería saber o recordar que nuestro ordenamiento vigente considera que el "nasciturus" tiene todos los derechos (según el artículo 29 del Código Civil "efectos") "que le sean favorables", una consideración que, por cierto, viene desde la época romana. Lo digo pensando en todas esas personas que hablan del feto como si fuera un mero cacho de carne.
  • Sobre el papel del Estado/Gobierno: Siempre he pensado y defendido que el Estado debe intervenir única y exclusivamente para asegurar el estado de bienestar, esto es, en materia de economía, educación, sanidad y seguridad ciudadana. Dicho de otra manera: la actuación del Estado (o el Gobierno, que en la práctica es lo mismo) debe ser todo lo garantista que la sociedad demande para alcanzar las condiciones de desarrollo ideales para sus miembros. Ni más, ni menos. Lo que el Estado no debe hacer nunca es comportarse como si los ciudadanos fuéramos no sólo menores de edad sino además tontos del culo necesitados de que nos digan qué hacer y cómo. En ese sentido, pienso que el papel del Estado acaba donde empieza no sólo la libertad de los ciudadanos sino la conciencia de cada uno de ellos. Si el Estado/Gobierno toma decisiones que sólo competen a las personas está cometiendo un tremendo error, ya que su papel no consiste en decir a los ciudadanos qué hacer con su libertad, sino protegerla en todos los ámbitos y sentidos.

  • Sobre las posturas extremistas: Partiendo de la premisa de que jamás se va a encontrar una buena solución en posturas extremas, hay que reconocer una obviedad: el tema del aborto está muy polarizado, por culpa de una interpretación un tanto talibán de la religión (por un lado) y de confundir churras con merinas (por otro), dando como resultado unas actitudes que oscilan entre la defensa a ultranza del feto en gestación y la defensa encendida de la madre gestante, olvidando tanto unos como otros que el aborto afecta directamente a dos personas: la madre y el "no nacido". Así las cosas, creo que tanto los que defienden la vida con los ojos en blanco como las estúpidas tipo FEMEN y aledaños deberían recordar algo que no aparece ni en la Biblia ni en ningún libro de femenismo trasnochado: la virtud es actuar según el justo término medio entre dos actitudes extremas (Aristóteles).
  • Sobre el aborto como método anticonceptivo: Hay gente que ve el aborto como un método anticonceptivo más y actúa en consecuencia. Gente que, en definitiva, debería hacérselo mirar y no el cigoto ni el feto precisamente. 
Mi opinión sobre el aborto: Yo siempre defenderé toda decisión que favorezca tanto a la madre como al hijo. En ese sentido, creo que generalizar es un error descomunal, tanto como optar por planteamientos unilaterales. Cada caso y cada vida es distinta: generalizaciones, no gracias. No obstante, pienso que para evitar embarazos no deseados hay remedios de sobra (salvo que estemos hablando obviamente de violación) y, por eso, si se trata de atajar el número de abortos, mejor haría el Gobierno en facilitar o democratizar aún más el acceso y uso de los métodos anticonceptivos.  Luego ya que entre en juego la conciencia y sensatez de cada cual. Por otra parte, considero aberrante querer parir a una persona con graves malformaciones que lo único que acarrearían sería dolor, angustia y sufrimiento. Dicho lo cual, la postura más acertada que he leído respecto a este delicadísimo tema la encontré en el blog El Escorpión, que hace ya unas semanas se hizo eco de una carta de Italo Calvino a Claudio Magris en 1975 y de la que reproduzco un extracto:"(...)Traer a un niño al mundo tiene sentido sólo si el niño es deseado consciente y libremente por sus padres. De otro modo, se trata simplemente de comportamiento animal y criminal. Un ser humano se convierte en humano no sólo por la convergencia causal de ciertas condiciones biológicas, sino a través del acto de voluntad y amor de otras personas. Si este no es el caso, la humanidad se convierte -lo cual ya ocurre- en lo más parecido a una madriguera de conejos. Una madriguera constreñida a las condiciones de artificialidad en las que existe, con luz artificial y alimentos químicos.
Sólo aquellas personas que están convencidas al cien por cien de poseer la capacidad moral y física no sólo de mantener a un hijo sino de acogerlo y amarlo, tienen derecho a procrear. De no ser el caso, deben primeramente hacer todo lo posible para no concebir y si conciben, el aborto no representa sólo una triste necesidad sino una decisión altamente moral que debe ser tomada con completa libertad de conciencia. No entiendo cómo puedes asociar la idea del aborto con el concepto de hedonismo o de la buena vida. El aborto es un hecho espeluznante (...)".   

viernes, 14 de febrero de 2014

Año 33

Si tu vida puede cambiar en un segundo, qué no podrá pasar en todo un año. Y eso es lo que ha sido mi año 33: doce meses de cambio, de transformación, de revolución tranquila, de renovación, de reinvención. Por eso, ahora que ya los 33 quedan en el retrovisor desde la pasada medianoche, es un buen momento para repasar el que quizás haya sido uno de los años más intensos, imprevisibles e importantes de quien esto escribe.

La principal y más sorprendente novedad que me reservó este año ya pasado fue mi salida de la empresa en la que llevaba trabajando casi una década. Un cambio causado por una traición que, como toda traición que se precie, no pudo ser más vil, interesada, cobarde y mezquina. Un cambio inesperado, inmerecido, injusto e injustificable...pero que me sirvió para dejar atrás, con la conciencia bien tranquila y la mirada bien alta, un lugar en el que había demostrado todo lo que tenía que demostrar y donde la escasez de buenas personas era y es la carta de presentación de un microcosmos malsano en el que la honradez, el esfuerzo y la valía humana y profesional cotizan a la baja. Por todo ello, pese al rencor por la traición y al dolor por la fractura, conforme han pasado los meses estoy satisfecho con el cambio puesto que, aunque me ha sumido en la cruel aventura del desempleo, me ha permitido tener la motivación y el tiempo suficientes para afrontar otros proyectos, compartir más momentos con la gente a la que quiero y conservar tres cosas que, de haber permanecido en aquella empresa, habría acabado por perder: la identidad, la dignidad y la ilusión. Así que, aunque suene paradójico, lo que inicialmente fue una experiencia bastante traumática y negativa se ha convertido en una impagable oportunidad para crecer, mejorar e ir un paso más allá. No hay mal que por bien no venga. Y ese mal me ha venido muy pero que muy bien.

Y me ha venido verdaderamente bien porque es una gran verdad aquello de que para que algo nuevo nazca lo viejo tiene que morir. Quizás por ello las otras novedades (las netamente positivas) del año 33 vinieron a raíz de lo que acabo de comentar: empezar una nueva carrera y por la UNED; iniciar un nuevo e interesantísimo curso en la ECH; acabar la novela que estuve escribiendo durante meses; comenzar una serie de colaboraciones semanales con una revista; tener más tiempo para mis seres queridos...Una vida no se cambia estando quieto y un camino no se recorre mirando hacia atrás.

En el plano más íntimo y personal, el 33 ha sido un año muy intenso, duro y difícil, lleno de contrastes y del que he obtenido dos conclusiones: La primera es que los verdaderos triunfos, los que marcan y definen la vida de una persona, no son una lista de "hitos por cumplir" fijada en función de expectativas, estándares o convenciones sociales, sino que están hechos de pequeñas victorias cotidianas ante lo inesperado. La segunda conclusión (y más importante si cabe) es que la felicidad todo lo puede. Y yo, si soy algo actualmente, es feliz. Y eso, por suerte para mí, no es algo que se consiga solo.

Por eso, echando la vista atrás, no soy la misma persona que hace un año...ni falta que hace: soy y me siento mejor que nunca. Algo que espero poder aumentar, disfrutar y compartir en este año 34 al que sólo le pido dos cosas: mucha salud y una pizca de suerte.

jueves, 13 de febrero de 2014

La Infanta enamorada

Hasta la fecha, la instrucción del caso Nóos está dejando bien claras tres cosas: Primera, el ex balonmanista es un golfo al que le sobra la condición de "presunto". Segunda, las únicas personas decentes en todo este embrollo son el juez Castro y la acusación popular. Y tercera, la Infanta está enamorada. Enamorada, sí. Que además de enamorada sea una imprudente con facultades mentales mermadas (por amor) o bien una auténtica desvergonzada es algo que tendrá que decidir el juez, porque sólo caben esas opciones: o bien estaba y está tan enamorada del ex trabajador de Telefónica que habría firmado su sentencia de muerte si se la hubiera dado a firmar el Duque Em-Palma-do o bien tiene una jeta con la que se debería fabricar el fuselaje de naves espaciales.
Por lo demás, yo no sé a qué viene la sorpresa e indignación con las que se está reaccionando respecto a este asunto y la actuación de unos y otros. De verdad, no hay nada nuevo bajo el sol:
  • La Infanta ha actuado como corresponde a quien se sabe miembro de una institución que, pese a ser un auténtico ornamento (ahí está la Constitución española para recordarlo), está protegida por la inviolabilidad y la irresponsabilidad constitucionalmente fijadas para el monarca y que en la práctica, gracias a la pervivencia de una mentalidad servil y cortesana, han derivado en una tácita impunidad para la Casa Real al completo. El problema de actuar con esa "naturalidad" (llámese seguridad, arrogancia, suficiencia, despreocupación...) es que está poniendo las cosas aún más difíciles a los únicos que pueden devolver el prestigio y reconocimiento social a la Monarquía: los Príncipes de Asturias. 
  • La actuación del Estado, empezando por el Gobierno, pasando por Hacienda y acabando por la Fiscalía, ha sido y está siendo pura y llanamente cortesana. Una delirante competición por hacer méritos ante el Rey a base de pasarse por el arco genital cualquier disimulo a la hora de intentar desvincular a la Infanta y aledaños de todo lo que hacía "Iñaki", les ampare o no la realidad en tal empeño. Una demencial actuación que ha llevado a Hacienda a dar por buenas facturas que no lo eran (si eso lo hace un autónomo cualquiera, aún le estarían curando el desgarro anal) o a la Fiscalía a actuar como defensa y no como acusación, por citar sólo los ejemplos más famosos. Una zarzuela de despropósitos que lo único que ha puesto de relieve es el lameculismo borreguil, el gregarismo institucional y la inmadurez democrática que sufre España desde hace siglos.
  • La prensa está actuando según lo esperado: unos medios defendiendo lo indefendible (con La Razón a la cabeza a la hora de hacer el más indignante ridículo) y otros haciendo lo más parecido al periodismo serio que podemos tener en este país (con El Mundo como espolón de proa). Un espectáculo bochornoso del que sólo se puede sacar en claro una cosa: hay ¿periódicos? que habría que imprimir directamente en papel higiénico para que por lo menos tuvieran una utilidad social.
Lo único que sí ha sorprendido(y para bien) ha sido la honradez, imparcialidad y valentía profesional del juez Castro, que ha aguantado y está aguantando ataques, jugarretas y presiones de todas partes con tal de demostrar que, en España, la injusticia no es igual para todos. Y es que Castro constituye, junto al juez Ruz y la jueza Alaya, el último tren para la Justicia en este país en el que la inocencia está menos favorecida jurídicamente que la culpabilidad (cuando no directamente perjudicada) y en el que cuanto más poder tienes, menos tienes que temer de los jueces, aunque seas un perfecto hijo de puta.

Así las cosas, habrá que seguir muy atentamente el desenlace de este follón judicial puesto que en este caso lo que está en juego esencialmente es el minúsculo crédito que le queda tanto a la Monarquía como al Estado y la Justicia. Un crédito ridículo y menguante que, por desgracia, no parece importar a ninguno de los implicados (y responsables). Quizás porque ellos forman parte del problema y no de la solución.

martes, 11 de febrero de 2014

Decíamos ayer...

Es curioso que haya pasado justo un año desde que escribí por última vez en este blog. Una mera curiosidad a pie de página de doce meses llenos de cambios y novedades tanto en lo puramente noticiable y reseñable como en lo estrictamente personal y privado y que han transformado tanto el mundo que veía como mi forma de verlo. La mirada cambia cuando lo hace tanto lo que se ve como quien lo ve. Eso es exactamente lo que ha pasado.

Y, ahora que retomo esta ventana desde la que asomarme y mostrarme mientras cuento, digo y pienso, no puedo prometer más que no escribir nada que no piense.

Así pues, tanto si en este reinicio me acompañan quienes ya lo hacían antes como si se suma nueva gente por primera vez, sed todos bienvenidos a esta aventura, viaje, crónica, atalaya y refugio que ha sido siempre este blog.

El ayer queda atrás. Es hora de hablar. Se acabó el silencio.